El cardenal cubano Jaime Ortega, artífice del fin de las tensiones entre la Iglesia Católica y el Estado comunista, es uno de los hombres más influyentes en Cuba e interlocutor privilegiado del presidente
Raúl Castro.
Junto a Raúl, Ortega dará la bienvenida este sábado al papa Francisco en el aeropuerto de La Habana, primera escala de una histórica gira por Cuba y Estados Unidos, naciones que el pontífice argentino ayudó a reconciliar.
De sonrisa permanente, modales suaves y paciencia de Job, este hombre de 78 años, que en su juventud se parecía al actor Marlon Brando, conoció en carne propia la persecución a los religiosos en los primeros tiempos del régimen revolucionario.
Ordenado sacerdote a los 28 años, en 1964, fue investido como obispo de Pinar del Río (oeste) por Juan Pablo II en 1978. El mismo pontífice lo nombró arzobispo de La Habana en 1981 y cardenal en 1994.
En una entrevista reciente contó que el papa polaco lo nombró cardenal porque vislumbraba "posibilidades de esa Iglesia de estar, de vivir, de desarrollarse, de crecer" en la isla.
Su labor cardenalicia comenzó en una Cuba castigada por la peor crisis económica, tras la desaparición del bloque soviético, y tuvo que encarar las tensiones generadas por la carta pastoral "El amor todo lo espera" de 1993, en la que los obispos cubanos pedían abandonar el proyecto comunista.
"Desde sus primeras homilías, Ortega se comporta como un pastor distinto, con un grado de apertura y disposición al diálogo", dijo a la AFP el sociólogo cubano Aurelio Alonso, experto en las relaciones Iglesia-Estado.
Esta actitud facilitó la visita del papa Juan Pablo II en 1998 y el inicio de un inédito diálogo con Raúl Castro en 2010, que condujo a la excarcelación de 130 presos políticos.
Este diálogo dotó de mayor espacio a la Iglesia en la sociedad cubana y favoreció la visita de Benedicto XVI en 2012.
"He tenido una relación muy estrecha" con los tres últimos papas, contó Ortega, narrando una anécdota con su amigo, el cardenal argentino Jorge Bergoglio, el día en que fue elegido papa en marzo de 2013.
Tras dos votaciones de los cardenales para elegir al sucesor de Benedicto XVI, Ortega le dijo a su colega argentino: "mira Jorge, esta tarde tú vas a ser papa", a lo que Bergoglio le respondió: "si no se vira la tortilla".
Nacido el 18 de octubre de 1936 en el pueblo agrícola de Jagüey Grande (occidente), el hijo único del comerciante Arsenio Ortega y la ama de casa Adela Alamino, vivió desde los cinco años en la ciudad de Matanzas, 100 km al este de La Habana, donde cursó sus estudios y aprendió piano.
Durante su juventud acompañó con el piano a amigos músicos, aunque "era un poquito populachero", según admite. Hoy, en sus pocos ratos de descanso, escucha música clásica de grandes pianistas.
En 1956 partió al seminario en Canadá, donde permaneció ocho años, por lo que no estuvo en Cuba durante la lucha guerrillera que llevó al poder a Fidel Castro en 1959 ni en los comienzos del régimen revolucionario, la época de mayor tensión entre el Estado y la Iglesia.
En 1964 regresó a Cuba, donde fue consagrado sacerdote el 2 de agosto.
Su labor sacerdotal fue interrumpida durante ocho meses en 1966 cuando fue reclutado por las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), campos de internamiento para religiosos, homosexuales y otros mal mirados, en sustitución del servicio militar obligatorio.
A su salida de la UMAP, su padre le propuso que emigrara, pero él no lo aceptó. "Nunca deseé vivir fuera de Cuba (...), país que quiero con el alma", contó en 2011.
Al cumplir 75 años en 2011 presentó su renuncia como arzobispo de La Habana, tal como lo establece el Código de Derecho Canónico, pero el Vaticano lo ha mantenido en ese cargo.
Lector infatigable y amigo del novelista cubano Leonardo Padura, recibe en el arzobispado a los dignatarios que visitan la isla, recientemente el presidente francés François Hollande y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.