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Cortesía AP

Papa llamó a obispos a que "no teman darles la bienvenida" a los inmigrantes


El papa Francisco abordó directamente los problemas del momento, al iniciar oficialmente su visita a Estados Unidos el miércoles con un enérgico llamado a combatir el cambio climático, un problema que, dijo, "ya no se puede relegar a una futura generación".

Y continuó con un llamado a los obispos a que "no teman darles la bienvenida" a los inmigrantes y a "no permanecer en silencio" ante las víctimas del "terrorismo, guerras, violencia y narcotráfico".

A su vez, el presidente Barack Obama dijo que el pontífice es una fuerza moral que nos "saca bruscamente de nuestra complacencia" al recordarnos nuestros deberes para con los pobres y el planeta.

Con toda la pompa al alcance de la Casa Blanca, Obama recibió al papa Francisco en la Casa Blanca ante una multitud entusiasta de 15.000 personas y una nación embelesada por el pontífice, un hombre humilde que rejuvenece el catolicismo estadounidense a la vez que le provoca urticaria a la derecha.

Con voz suave y en un inglés algo vacilante, Francisco pronunció un mensaje enérgico contra los que dudan del cambio climático, al señalar que el calentamiento del planeta "nos exige reconocer seria y responsablemente" las condiciones que aguardan a los que ahora son niños.

Era un mensaje para encantar a la Casa Blanca y a los moderados en general. Pero el papa también dirigió un mensaje a los conservadores, al reclamar la protección de las libertades religiosas, "una de las posesiones más preciadas de Estados Unidos".

"A todos se les exige estar atentos para conservar y defender esa libertad de todo lo que pueda amenazar o comprometerla", dijo. Es un mensaje que sin duda alentará a muchos conservadores y obispos que objetan el plan de salud del gobierno y la reciente legalización por la Corte Suprema del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Con banderas al viento, soldados en uniformes históricos y marchas militares, Francisco salió de su modesto Fiat al jardín de la Casa Blanca en una fresca mañana otoñal que parecía tan optimista como su propia personalidad. Sobre una alfombra roja, el papa y el presidente escucharon los himnos de la Santa Sede y Estados Unidos. Justo antes del arribo del papa, Obama tuiteó: "Bienvenido a la Casa Blanca @Pontifex! Sus mensajes de amor, esperanza y paz nos inspiran a todos".

Tras bromear que su patio trasero no suele estar tan atestado de gente, Obama dijo al papa que la emoción que rodeaba su visita refleja las cualidades singulares de Francisco, "su humildad, su amor por la simplicidad, la mansedumbre de sus palabras y la generosidad de su espíritu". Después de los discursos en el jardín, Obama y Francisco ingresaron a la Oficina Oval para un encuentro a solas en el que esperan encontrar terreno común para las causas que les son más caras.

Desde el momento que el hombre de sotana blanca y amplia sonrisa aterrizó en Washington, se quitó el solideo para que no se lo llevara el viento y subió a un modesto Fiat gris, su visita fascinó a una ciudad habituada al ir y venir de las grandes personalidades del mundo. Posteriormente, en un discurso a los obispos en la Catedral de San Mateo, el papa demostró en una sola frase su capacidad para trascender la polaridad ideológica de la política estadounidense.

"La inocente víctima de aborto, niños que mueren de hambre o por bombardeos, inmigrantes que se ahogan en búsqueda de un mejor mañana, los ancianos o los enfermos que son considerados una carga, las víctimas de terrorismo, guerras, violencia y narcotráfico, el ambiente devastado por la relación predatoria del hombre con la naturaleza: lo que está en juego es el don de Dios, del que somos administradores pero no amos".

Con respecto a los inmigrantes, el papa argentino se dirigió a los prelados "no solo como obispo de Roma, sino también como pastor en el sur" para decirles que "tal vez su diversidad sea un desafío. Pero sepan que también poseen recursos que deben ser compartidos. Así que no teman darles la bienvenida".

Washington es la primera escala de una visita a tres ciudades —las otras son Nueva York y Filadelfia— que durará seis días. Muchos obispos han tenido dificultades para aceptar la orientación que le quiere imprimir Francisco a la Iglesia católica hacia los problemas de justicia social. Casi todos fueron designados por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sus prioridades han sido establecer límites claros a las conductas de los católicos frente a la legalización del aborto, los nuevos derechos gay y el abandono de las religiones establecidas por parte de muchos en Occidente.

La Iglesia estadounidense gasta cientos de millones de dólares anuales a través de sus agencias de servicios sociales y durante muchos años ha bregado por la reforma del sistema inmigratorio para reunir familias, recibir refugiados y dar a los pobres la oportunidad de una vida mejor. Pero la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos dedica cada vez más recursos a las campañas de gran repercusión contra el aborto, la anticoncepción y el matrimonio gay.

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