Mientras hablaba, Francisco estaba flanqueado por dos de los católicos más influyentes de Estados Unidos: el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y el vicepresidente demócrata Joe Biden. Boehner, quien suele llorar en momentos de emoción, no pudo contenerse durante el discurso del Sumo Pontífice.
Muchos de sus comentarios fueron recibidos con aplausos, especialmente de los legisladores demócratas pero también de republicanos y jueces de la Corte Suprema. La aversión a los inmigrantes ilegales ha sido muy fuerte en la carrera por la candidatura presidencial republicana.
El Papa Francisco dijo el jueves en un histórico discurso ante el Congreso que Estados Unidos debe rechazar la hostilidad hacia los inmigrantes y tratarlos de manera humana, abordando de forma directa un asunto que divide al país y genera debate en la campaña presidencial para las elecciones de 2016.
En el primer discurso de un Papa al Congreso en Washington, Francisco dijo que Estados Unidos debe usar su poder y riqueza para servir a la humanidad y que "no debe repetir sus pecados y los errores del pasado" al manejar el tema de los inmigrantes.
Estados Unidos no debe darle la espalda "al extraño que está entre nosotros", remarcó. "Construir una nación nos llama a reconocer que debemos relacionarnos constantemente con otros, rechazando una actitud hostil", dijo Francisco, de 78 años, al Congreso dominado por los republicanos.
El Papa, quien se describió como "hijo de inmigrantes" de Italia que se asentaron en Argentina el siglo pasado, dio un discurso sobre un variado abanico de temas, en el que se refirió a cuestiones defendidas por los liberales pero también enfatizó en los valores conservadores y las enseñanzas del Catolicismo sobre la familia.
El líder de los 1.200 millones de católicos del mundo abogó por una economía más equitativa, un mayor esfuerzo contra el cambio climático y el fin de la pena de muerte en todo el mundo. En un discurso en inglés a legisladores y otros dignatarios presentes en la Cámara de Representantes, Francisco dijo que Estados Unidos no debería verse desalentada por la cantidad de inmigrantes que están tratando de convertir el país en su hogar.
Muchos de sus comentarios fueron recibidos con aplausos, especialmente de los legisladores demócratas pero también de republicanos y jueces de la Corte Suprema. La aversión a los inmigrantes ilegales ha sido muy fuerte en la carrera por la candidatura presidencial republicana. El favorito Donald Trump dice que deportará a 11 millones de inmigrantes indocumentados si es elegido para gobernar el país y ha acusado a México de enviar violadores y otros criminales a través de la frontera.
PAÍS CONSTRUIDO POR INMIGRANTES
Francisco habló de la historia de Estados Unidos como un país construido por inmigrantes. "No debemos dejarnos impresionar por sus números, sino verlos como personas, viendo sus rostros y escuchando sus historias, tratando de responder de la mejor manera posible a su situación. Responder de una manera que sea siempre humana, justa y fraternal", afirmó.
Mientras hablaba, Francisco estaba flanqueado por dos de los católicos más influyentes de Estados Unidos: el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y el vicepresidente demócrata Joe Biden. Boehner, quien suele llorar en momentos de emoción, no pudo contenerse durante el discurso del Sumo Pontífice. Varios nominados republicanos estaban en la audiencia, incluyendo a Ben Carson, quien generó controversia esta semana al decir que un musulmán no debería ser presidente del país.
Estados Unidos ha tratado por años de definir qué hacer con los 11 millones de inmigrantes indocumentados que tiene el país. En palabras que fueron muy bien recibidas por los conservadores, Francisco dijo que "las relaciones fundamentales están siendo cuestionadas, al igual que la base del matrimonio y la familia", mostrando su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo.
En referencia al aborto y la eutanasia, el Papa dijo que la humanidad debe "proteger y defender la vida humana en cada etapa de su desarrollo". Francisco se dirigió al Congreso un día después de plantear otros temas políticos como el cambio climático y la desigualdad en un discurso en la Casa Blanca, el primer día completo de su visita de seis días a Estados Unidos.
Remarcando su mensaje de ayudar a los pobres, el Papa abandonó el Congreso en un pequeño Fiat negro y se reunió para almorzar con 200 personas sin hogar o pobres, a quienes les dijo que no hay justificación social o moral para estar en la calle.