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DEJUSOL y Cáritas América Latina, voces proféticas en favor de la justicia


El Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) y Cáritas América Latina, en las vocerías de Monseñor Gustavo Rodríguez y el Padre Francisco Hernández, respectivamente, luego de hacer una denuncia ante la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) en el pasado mes de diciembre de 2016 en Panamá, por la falta de acceso a los medicamentos junto a varias organizaciones de salud de América Latina, entre ellas Misión Salud Colombia, fijan una posición frente ante esta grave situación para no sucumbir ante el tiempo y ser voces proféticas para que el acceso a los medicamentos no quede en manos de los grandes monopolios de las transnacionales de la farmacéutica.

Para el Presidente del DEJUSOL y Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez, uno de los factores subyacentes que más inciden en la falta de acceso a los medicamentos es la pobreza, porque a su criterio, “genera las condiciones para que los países no adquieran los productos sanitarios básicos en cantidad suficiente”.

Por su parte, el Padre Francisco Hernández, Director Regional de Caritas América Latina y Caribe, considera que la falta de medicamentos es el mayor problema de salud pública en el mundo, pues “no sólo porque compromete el derecho fundamental a la salud y la vida, sino porque afecta a más de 2.000 millones de personas”.

Agravantes del problema

Monseñor Rodríguez, explica que hay tres causas que agravan el problema y que, por depender de la voluntad del hombre, lo convierten en un suceso condenable.

La primera es la Falta de investigación de tecnologías médicas aptas para prevenir y tratar las enfermedades que afectan desproporcionalmente a los países de ingresos medios y bajos.

Para la Asamblea Mundial de la Salud la razón de ser de esta deficiencia está en el sistema actual de incentivos a la innovación en salud, el cual está basado en la expectativa del inventor de patentar su invención y cobrar por el producto altos precios de monopolio. Como es obvio, esto hace que la investigación farmacéutica se concentre en el desarrollo de medicamentos de los que pueden obtenerse grandes ganancias (“medicamentos negocio”), dejando por fuera necesidades sanitarias de los países en desarrollo.

Una segunda causa es referida a los altos precios de los medicamentos, la cual está principalmente en las patentes farmacéuticas, que, al otorgar a sus titulares el privilegio del monopolio temporal, les brinda la oportunidad de fijar a los productos precios especulativos.

El bloqueo del acceso a los medicamentos genéricos con precios asequibles es la tercera causa. Irónicamente, su razón de ser radica en los atributos de los genéricos: buena calidad y precios asequibles. Estas cualidades les abren las puertas de los mercados farmacéuticos, afectando las ventas de los medicamentos pioneros. En respuesta, los fabricantes de los pioneros recurren a todos los mecanismos a su alcance, legales e ilegales, para bloquear la oferta de genéricos y conservar el monopolio.

Entre los mecanismos legales sobresalen por su efectividad las patentes farmacéuticas, que brindan al titular un monopolio de 20 años, durante los cuales los genéricos no pueden entrar al mercado, con los efectos sanitarios consiguientes.

Magnitud del problema de la falta de medicamentos en las Américas

La carencia de medicamentos, explica el Padre Hernández, “Se da prácticamente en todas las enfermedades, con énfasis en las que afectan desproporcionadamente al mundo en desarrollo, donde vive el 80% de la población mundial, y se traduce no solo en altos niveles de discapacidad y sufrimiento, sino, según estimados de la OMS, en la muerte de más de 10 millones de personas anuales”.

Latinoamérica no es una excepción. Para la OPS (Organización Panamericana de la Salud), de los 580 millones de habitantes que hay en la región, 125 millones (el 21%) carecen de acceso permanente a servicios básicos de salud. Como resultado de ello, la región registra anualmente 700.000 muertes evitables.

En síntesis, el drama de la falta de medicamentos no es un fenómeno natural inevitable e irremediable, como un terremoto, sino el resultado de estrategias de ciertas farmacéuticas multinacionales para apoderarse de los mercados farmacéuticos e imponer altos precios de monopolio.

El problema es que sus efectos no se limitan al mundo de los negocios sino que se traducen en enfermedad y muerte. Un crimen silencioso.

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