Bogotá fue el lugar donde los referentes de Derechos Humanos (DDHH) de las Pastorales Sociales de Cáritas Latinoamérica se dieron cita para discernir sobre los DDHH y la construcción de paz en nuestra América Latina.
Todos ellos coinciden en lo mismo: “No basta con crecimientos meramente económicos, es necesario acabar con las desigualdades, atacar la pobreza y bajar los niveles de violencia para cerrar las brechas de la injusticia en nuestro continente”.
A partir de este encuentro, el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano realizará una serie de acciones que promoverán el cumplimiento y respeto de los DDHH en todos los países del continente.
Asimismo estas jornadas sirvieron para evaluar las acciones que desde las pastorales sociales se vienen realizando y, de este modo, corregir las fallas para fortalecer los procesos que ya se vienen desarrollando.
Representantes Perú, Venezuela, Chile, Panamá, Brasil, El Salvador, Colombia y Costa Rica fueron los convocados para estas mesas de trabajo. Conozcamos de cerca sus impresiones de cara al compromiso que asumen desde la defensa y promoción de los DDHH.
“Debemos superar la pobreza con un desarrollo integral que signifique convertir, lograr que cada humano sea sujeto de su propia historia”
Francisco Hernández, Secretario General de Cáritas Latinoamérica y el Caribe. Costa Rica
Lo que hemos discutido en estos días acá, el equipo Latinoamericano y Caribeño en materia de DDHH y construcción de paz nos deja ver que es un problema muy sensible, muy complejo en la región. Todavía tenemos violación de DDHH en la primera generación lo cual es increíble. Es claro y obvio que los DDHH como los económicos, ambientales, sociales y culturales, sin duda están siendo violados permanentemente.
En el campo económico, el modelo que se viene implementando desde hace varias décadas ha generado una inequidad y pobrezas enormes, con lo cual los que más sufren son los más pobres, los más desprovistos.
Por otro lado, en el tema de los derechos sociales hay una inequidad impresionante, por ejemplo, índices de GINI creciendo, donde hay minorías con demasiados bienes y unas mayorías con muy poco.
En el campo cultural, nos damos cuenta como sufren las minorías étnicas, pueblos originarios, pueblos afroamericanos, algunas minorías que por distintas razones de carácter del ejercicio de su sexualidad, también se ven desmedradas en sus derechos. Me parece que por ahí en el campo cultural tenemos una gran problemática.
Ni decir de los temas ambientales, donde una economía extractiva y de hidrocarburos sigue siendo el factor fundamental de implementación en nuestros países. Es cierto que es muy complejo para los países donde las posibilidades de generar empleo no vienen tan fácilmente y si no es por estas fuerzas económicas de extractivismo, mucha gente estuviera sumida en la pobreza y sin empleo, pero esto debemos transcenderlo, buscar alternativas. Sin duda es un gran dilema, es muy complejo.
Hemos participado en situaciones complejas, hemos visto cómo Gobiernos se dan el lujo de extraer perdiendo, porque lo que les interesa es el metal, la materia prima, sin importar si la extracción de eso sea en las mejores condiciones de ganar-ganar.
En todo esto es fundamental el trabajo que la Iglesia puede hacer. Pienso que no lo podemos hacer solos, aquí hay que establecer alianzas con muchas organizaciones de sociedad civil, eso es parte del trabajo, establecer coordinaciones, redes, con otros organismos, inclusive, con sectores empresariales que quizá tengan una mayor sensibilidad por los temas.
Asimismo establecer puentes con otras instituciones religiosas distintas a la Católica, nos lleva a ampliar el panorama en el diálogo ecuménico e interreligioso, a buscar desde nuestras identidades aquellos aspectos que nos hacen semejantes y hermanos en luchas comunes para salvaguardar el don creatural de Dios, en especial, al hombre y a la mujer.
Otra dinámica importante son los procesos de formación, para tener instrumentos y herramientas diversas que nos ayuden en la formación permanente y el conocimiento y penetración de los DDHH y en la capacidad de empoderamiento de las personas y organizaciones para el ejercicio, para realmente hacer veeduría y poder tener voz y hacer incidencia frente a los organismos del Estado, frente a organismos internacionales y por qué no decirlo frente a lo que es este gran mercado internacional que busca la riqueza a costa de lo que sea, sin importarle el sufrimiento ni el dolor de los seres humanos. En todo esto, me parecen determinantes los procesos formativos.
En los procesos de defensa de los DDHH en la Iglesia tenemos experiencia, quizá hay que reorientar, redescubrir, repensar mucho por donde irían estos aspectos, pero fundamentalmente también será importante para llevar procesos que nos permitan construir una sociedad más fraterna, justa y solidaria.
Debemos superar la pobreza con un desarrollo integral que signifique convertir, lograr que cada humano sea sujeto de su propia historia, no para que sea rico en cantidad de bienes, sino para que sea rico en humanidad. En eso la Iglesia tiene factores importantes para desarrollar, el tema de los DDHH es un gran eje vertebrador , donde no puede estar ausente de los temas de desarrollo, de emergencia, de riesgo, migraciones, ecología, en fin, es un eje que puede aglutinar y darle horizonte a todo el proceso pastoral que podamos desarrollar
“Hace falta la voz profética”
Hilda Lustre, Cáritas El Salvador, Coordinadora de DDHH, justicia, paz y reconciliación. Referente zonal de DDHH Cáritas Centroamérica, México y Panamá. El Salvador
Los Derechos Humanos en mi país están siendo muy violentados, en El Salvador vivimos una situación de violencia, de inseguridad, de mucho miedo por las situaciones que se están dando. Hay varios tipos de violencia como aquella que vas por la calle y te asaltan, violencia intrafamiliar y violencia pandilleril, violencia desde el Ejército.
Entonces el derecho a la libertad está siendo vulnerado. Tenemos territorios secuestrados por pandillas, donde no se puede entrar, controlados por los mismos pandilleros. Para entrar a esos territorios tienes que pagar, se le llama la “renta”, y en algunos casos así como entras, no logras salir.
En el país lo más vulnerados son los jóvenes y los niños. Desde el punto de vista de la salud, podríamos decir que son la tercera edad, los ancianos, el Estado si bien le garantiza la consulta gratuita, ellos no tienen medicamentos, esto es una situación muy difícil.
En el tema de la violencia es un reto trabajar en esos ámbitos el tema de los DDHH, porque la vida allí no se respeta. Estamos alrededor de 30 o 40 muertos diarios. Llegamos a la cifra en meses pasados a tener entre 60 y 80 muertes diarias, la mayoría jóvenes, que han caído a manos de otras pandillas o ajusticiados por el ejército.
Esta situación es bien delicada, jóvenes que sin ser de la pandilla caen a manos de las autoridades cuando ingresan supuestamente a sanear estos territorios, “ellos agarran y matan instintivamente”.
Tenemos un proyecto que hemos llamado “Jóvenes constructores”, el cual consiste en trabajar con aquellos jóvenes que ni trabajan ni estudian, inició hace un año y medio. Este no es un proyecto propiamente para la Pastoral Juvenil, es para aquellos jóvenes en situación de calle, que viven en la vagancia, que están al borde de delinquir, de ingresar a la pandilla, de consumir drogas.
Lo desarrollamos en tres parroquias, como una experiencia piloto, donde los jóvenes pasan más de 8 horas capacitándose para formarse en un oficio digno. Asimismo buscamos la reinserción escolar a través del ministerio de educación. 15 jóvenes han regresado al estudio y 10 que ya han conseguido empleo.
Se les dan las herramientas a los jóvenes para ser emprendedores. Con este programa podemos decir que estamos trabajando, en un nivel terciario de la violencia y ahí tenemos también a jóvenes pandilleros, que tienen el permiso de sus pandillas para ingresar al programa y digo que tienen el permiso porque una vez que ingresas a la pandilla es para toda la vida, de ahí, salen para el cementerio, porque los matan, están presos en sus territorios.
Estamos trabajando en sectores muy populosos como San Martín, Panchilanco. Esto de alguna forma ha generado también otro problema de fondo como lo es la exclusión, porque cuando un joven que sale de nuestro programa y viene de estos sectores, la mayoría de las veces es rechazado. Parte del trabajo es desarrollar alianzas estratégicas con la empresa privada para evitar este tipo de situaciones.
Trabajamos el nivel primario que es la prevención, lo estamos haciendo en 5 diócesis. Trabajamos con niños, porque ellos son población vulnerable, pues las pandillas ellos son sus potenciales víctimas, los reclutan sin ningún tipo de miramientos. A través de las artes damos herramientas a los más pequeños para evitar que sus derechos sean vulnerados y que los grupos violentos los secuestren.
Las denuncias no se sienten, estamos mal. Últimamente el Arzobispo ha escrito una carta pastoral, donde dice “Veo que mi pueblo se desangra”. También hay un par de comunicados de la Conferencia Episcopal, pero veo que no hay un trabajo coordinado, ni de denuncias más contundentes como en tiempos de Monseñor Romero. Ha habido como un rezago, sin embargo hay esfuerzos de algunos sacerdotes en denunciar violaciones de DDHH, pero falta mayor articulación, sencillamente son esfuerzos aislados.
Como Iglesia nos hace falta la voz profética, esperamos que la misma situación lleve a eso. Las medidas sustitutivas aplicadas por el Estado llevan a más violencia. El problema es más de estructura, es un problema de narcotráfico, de crimen organizado, donde las normas las imponen los grupos violentos. Se desconfía de la Policía Nacional Civil porque muchos de los funcionarios pertenecen a la pandilla, hoy pusiste la denuncia, en la tarde te están buscando.
No vendrá otro monseñor Romero, él para mí, era único, hizo su misión al estilo de Jesús, y los Romeros que deben surgir somos nosotros, levantar nuestra voz para la denuncia en favor de los DDHH. Falta mayor compromiso como laicos y como pastores de Iglesia para seguir el legado de Romero. Romero fue un hombre que vivía según el Evangelio, muchas veces lo escuché llorar, muchas veces lo escuché decir tengo miedo, pero decía tengo que estar donde el espíritu me lleva, donde Dios quiera que esté. Eso nos hace falta, dejarnos llevar por el espíritu y ser fieles a la voz de Dios.
“La Iglesia Católica progresista asume la defensa de los DDHH”
Alexandra Miranda, Coordinadora Nacional Cáritas Brasil. Brasil
Brasil vive un momento muy difícil con respecto a la situación de derechos humanos, sobre todo a su juicio por lo que considera un golpe de Estado con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff y la ascensión al poder por parte de Michel Temer. “No sabemos qué hará esta derecha extrema que asumirá los ministerios más importantes ligados al desarrollo social del país, lo que ha llevado al cierre de importantes programas de asistencia social. Estos ministerios tienen una importancia muy grande porque garantizan los derechos humanos del país”.
Tenemos ahora un camino de enfrentamiento y manifestaciones contra el actual gobierno y eso influencia mucho en la garantía de los derechos sociales que ya fueron conquistados. Si bien este no es un golpe militar, es un golpe institucional.
Hay unidad dentro del sector progresista de la Iglesia, se sabe también que la Iglesia Católica de Brasil es muy grande, hay más de 220 sedes organizadas en Brasil. De allí que la iglesia católica progresista asume la defensa de los DDHH.
Lamentablemente esto significó un retroceso y no podemos hacer muchas cosas al respecto, porque no contamos con apoyo en la Cámara de diputados, pues la gran mayoría no apoya los proyectos de corte social, de allí que tenemos que regresar a la comunidad, a la sociedad, trabajar la formación, eso es lo único que podemos hacer.
“La pobreza en Panamá tiene rostro de niña y de niño”
Maribel Jaen, Secretaria Ejecutiva de la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Panameña. Panamá
Panamá como el ruso de América Latina vive un desafío en materia de DDHH a pesar de ser un país con un crecimiento económico importante y con una media de desarrollo muy positiva como lo indica el PNUD.
Uno de los desafíos es ver de cerca el tema del crecimiento económico e identificar los elementos de la inequidad social; nosotros somos unos de los países con la peor distribución de riqueza. Tenemos grupos de personas en situación de pobreza, especialmente los que más sufren son los niños. La pobreza en Panamá tiene rostro de niña y de niño. Es un país que si bien tiene una tasa de empleo baja, también es cierto que la tasa de informalidad es muy alta.
La actividad económica ha crecido grandemente, pero todo este crecimiento no logra garantizar la calidad de vida a la población. He sentido que hay deterioro en la calidad de los servicios básicos como educación y salud. A pesar de los grandes esfuerzos en materia económica, el Gobierno no logra transformar estos temas fundamentales para la dignidad de las personas.
En materia de DDHH, Panamá ha sufrido un desmantelamiento de la institucionalidad en esta materia. Hay muy pocas organizaciones dedicadas a este asunto, la Comisión de Justicia y Paz ha jugado un rol muy importante en poder animar al encuentro a las distintas organizaciones que en gran parte se encuentran muy dispersas para hacer trabajo específico como denuncias de violaciones a los DDHH o revisar el examen periódico universal, donde los países hacen informes alternativos.
En este sentido la Comisión de Justicia y Paz ha animado a las organizaciones a sentarse en una mesa para poder discutir distintos temas en esta materia. Yo creo que como Iglesia no podemos hacer un trabajo solo de puertas adentro, sino también con las organizaciones de la sociedad civil.
Lamentablemente a lo interno de nuestras parroquias pareciera que el tema de los DDHH está desconectado de la vida y de los procesos de evangelización que estamos desarrollando en esta misión permanente, pensando que estos deben ser la columna vertebral de nuestra pastoral social y de todas las pastorales de Latinoamérica, porque la primera fuente de los DDHH es el Evangelio.
“Nos desafía el tema del aumento de la violencia”
María Inés López, Secretaria Ejecutiva de la Pastoral Social Cáritas Chile y Coordinadora del área de Desarrollo Humano Integral. Chile.
Creo que ha habido avances en lo que se refiere al tema de la justicia por las violaciones de los DDHH que vivimos en dictadura, en eso ha habido avance, como el cierre de casos. Las familias han podido cerrar sus heridas, han sentido que la justicia ha indagado, saben la verdad y ha habido condenas. Eso es algo valorable, porque no en todos los países han podido avanzar en esos procesos.
Actualmente Chile ha suscrito la mayoría de los tratados, convenios en esta materia, pero no se ve una concreción de eso necesariamente en la vida de las personas. El cumplimiento más bien es de adecuar la ley, pero no impacta en lo concreto. Si bien en Chile damos pasos en aspectos legales por ser un país muy legalista, pero no se logra concretar, por ejemplo, la situación de los derechos de la infancia, todavía no hay una Ley que garantice el derecho de los niños y las niñas, pese a los esfuerzos de la sociedad civil, de los cuales la Iglesia ha sido parte, nosotros hemos estado insistiendo en esta ley y todavía no la tenemos.
En el tema de migración, si bien se han hecho las adecuaciones legislativas, todavía cuesta mucho aceptar los derechos de los migrantes en el mismo aparato público. Asimismo la serie de demandas por educación hechas por los mismos jóvenes, todavía están allí peleándola porque aún no se logra lo que esperaban que no es solo gratuidad, sino calidad.
Estamos con una grave crisis medioambiental en el sur de Chile y un par de regiones, se ha perdido el acceso a los recursos del mar por una contaminación enorme que ha matado a muchas especies marinas. Se han afectado muchísimas comunidades que viven del mar y que por esta situación no podrán seguir con esto.
La Iglesia ha estado incursa en muchas cosas, hemos estado haciendo incidencia, pero también hemos tomado acciones signo, es decir, significativas, que se pueden hacer las cosas de distinta manera.
Otro punto es el tema de los adultos mayores, la cual es una población que ha crecido mucho, si bien se trabaja en el cuidado comunitario, en las cosas clásicas, se ha ayudado a organizarse para que puedan hacerles sus demandas al Estado, de acompañar procesos de lucha, de hecho, ya están a punto de establecer una Federación de Adultos Mayores.
En las cárceles hemos logrado constituir lo que hemos llamado los Espacios Mandela, donde con recursos públicos y privados, se constituyen espacios de reparación del daño, de acogida y que las personas aprendan un oficio que de veras le reditúe, trabajos que les sean verdaderamente de provecho.
Nos desafía el tema del aumento de la violencia, producto tanto de la corrupción como el narcotráfico, que si bien en un principio ha estado más ligado a las zonas más urbanas.
A raíz de una iniciativa de nuestro arzobispo Monseñor Pedro Ossandon que nos mandó a recorrer todas las diócesis, pude ver como el flagelo de la violencia se ha insertado incluso en diócesis muy pequeñas producto del consumo y el tráfico de droga, la delincuencia. En cuanto a eso hay iniciativas interesantes para abordar este problema como el Observatorio por la paz, donde gente de comunidades de base se han ido organizando para entender esa realidad y ver cómo pueden contribuir a cambiar la mirada de estos temas más allá de pedir más policías, sino de generar desde adentro un cambio.
La Iglesia lo que quiere es acompañar a los Estados para que tengamos vida
Janeth Márquez, Coordinadora Nacional Cáritas Venezuela y Coordinadora de la Comisión de Justicia y Paz de DDHH. Venezuela
Nosotros por años, desde el 94, hemos venido desarrollando todo un proceso de formación y concienciación en DDHH de nuestras vicarías y diócesis con la finalidad de conformar lo que nosotros hemos denominado como la Vicaría de DDHH.
Este trabajo no ha sido fácil, la gente de Pastoral tiene miedo porque quien precisamente viola los DDHH es el Estado y cuando uno denuncia recibe amenazas directas. En este caso la Iglesia ha sido siempre subsidiaria y lo que trata es de llamar la atención a los Estados para decirle alguien de su gobierno se está equivocando, pero quienes detentan el poder no lo ven así y piensan que estamos atentando, que estamos haciendo una crítica destructiva contra ellos. Al contrario, nos deberían ver como aliados y no como enemigos.
En el análisis que hacemos de la violación de DDHH en Venezuela es compleja, porque detectamos con nuestra gente que se ha venido deteriorando el tema en nuestro país y lo decimos con tristeza, porque en discurso escuchamos y uno piensa que hemos avanzado, pero en la realidad hay un deterioro, cuando abres un periódico ves una gran cantidad de ajusticiamientos a manos de la Policía, la cantidad de gente que ha sido detenida y además ha sido torturada, la cantidad de niños muertos por falta de medicamentos, la cantidad de gente haciendo cola por la falta de alimentos y medicinas, hospitales que tienen listas de espera de personas que desean ser operadas, niños que no van a la escuela porque no tienen qué comer y eso aumenta la deserción escolar, todo esos son derechos que tiene la población y derechos por los que ha luchado siempre la Iglesia.
En este momento los indicadores económicos hablan por sí solos, a pesar que al principio de este Gobierno en la era Chávez empezaron a mejorar, a pesar que según la ONU nuestro país es un país que ha cumplido con los objetivos del milenio, vemos cómo subió la pobreza y bajó porque los programas diseñados para conseguir las metas del milenio fueron muy frágiles, no fueron focalizados ni se complementaron con una política de Estado y al ser tan frágiles costó mucho que la gente de verdad se empoderara.
Si bien hubo espacios, programas, con los que la gente mejoró su calidad de vida, pero al no tenerlos la gente bajó su nivel de vida de manera muy rápida; hoy en Venezuela hay gente sufriendo, pasando al umbral de la pobreza. A nosotros como Iglesia nos preocupa toda esta situación.
Este no es un tema que no sólo afecta a Venezuela, sino a toda América Latina. Eso nos hace ver en este compartir con los referentes de DDHH de América Latina, que la Iglesia debe iniciar a hacer algunos programas para fortalecer la formación en este asunto y hacer incidencia con las Gobiernos.
Hemos tocado temas importantes como lo es la corrupción. La corrupción ha minado a nuestros Gobiernos, a las instituciones, ha hecho que las cosas se trastoquen, sean más complejas, la Iglesia en esto debería hacer una gran campaña que permita poner en el hito de la discusión, ese tema de la corrupción.
Esta otro tema como el de la violencia que afecta a nuestros países, donde el tema no son los indicadores, si este u otro es el menos o más violento, sino lo más importante es atacar el tema desde la raíz a través de la prevención; pero lamentablemente, en la mayoría de los casos estas organizaciones criminales que promueven la violencia son apoyadas por el Estado. La Iglesia lo que quiere es acompañar a los Estados para que tengamos vida, pero necesitamos que es Estado acepte nuestra ayuda.
“No bastan políticas compensatorias”
Laura Vargas, Comisión Episcopal de Acción Social de Perú, responsable de Doctrina Social de la Iglesia. Perú
El Perú, como todos los países de la región, ha vivido todo un momento de auge económico, producto de nuestras materias primas. Económicamente ha sido uno de los países que más ha crecido, pero ese crecimiento no ha significado desarrollo para el país.
Los especialistas-yo no soy especialista- dicen que debió aprovecharse ese boom, ese crecimiento para invertir, para diversificar la economía, porque nuestra economía básicamente es primaria exportadora, entonces dependemos del precio de las materias primas que tenemos. China necesita mucha materia de Perú, entonces suben los precios, pero si China baja su demanda entonces entramos en un decrecimiento.
Se habla mucho que se ha salido de la pobreza, que hay muchos programas de compensación, que algunos son muy buenos como el programa Beca 18, con la que ayudan a estudiantes de escasos recursos a tener una carrera universitaria; otros proyectos encaminados a alimentación infantil, salud, entre otros. Ahí hay cosas valiosas y muy importantes.
Sin embargo, no bastan políticas compensatorias, lo que necesitamos son políticas generales que realmente enfrenten el problema de fondo. Uno de los problemas más agudos en todos estos años es como se ha privatizado la salud, la educación, todo se ha convertido en un negocio.
Un pobre que tenga que operarse, sin tener seguro, le resultará muy costosa, prácticamente para él es imposible poder operarse. Eso es lo que uno siento que está mal cuando la salud se ha convertido en un negocio. Estos son los extremos de la sociedad.
Los niveles educativos del Perú son bajos, tenemos una educación extendida, pero no es buena. Años tras años nos dicen que un estudiante peruano no puede competir, salvo que venga de una familia de muchos recursos y uno que otro ejemplo; pero en general los derechos económicos están muy maltratados, el derecho al trabajo, ya prácticamente es un lujo tener un trabajo digno, porque la mayoría trabaja 12 y 14 horas por un salario mínimo, se supone que se sale de la pobreza por tener salario mínimo, pero eso no sucede así.
El problema de la pobreza sigue siendo un nudo en el país. Otro tema que debe verse con sumo cuidado es la corrupción, la corrupción es muy grande en Perú, si bien algunos personajes han sido juzgados y están cumpliendo condena, en general la sociedad peruana se ha vuelto corrupta y violenta. El sicariato era algo que no existía en el país, ahora existe, hay mucha droga, narcotráfico, todo eso crea un cóctel muy dañino para todo lo que representa una democracia participativa, sana, robusta.
Somos el tercer país afectado por el cambio climático, eso es muy grave. Tenemos el 70% de los glaciares tropicales y su deshielo ha sido muy grande. Eso es gravísimo porque es la reserva de agua del Perú. A esto se suma la contaminación de los mares. Tenemos que cuidar el ambiente, porque nosotros somos tierra. Hay toda