*Párroco de la catedral de Santa Ana de Ocaña, Norte Santander- Colombia.
En el Diccionario visual de términos arquitectónicos[1] se dice que la palabra retablo proviene del latín retaulus –palabra que a su vez está formada por otros dos vocablos: retro (atrás) y tabŭla (tabla)– vocablos que viene a significar la “tabla que se colocaba detrás de la Mesa del Altar”, pegado a la pared de fondo del presbiterio. Pero dicho retro-tabulum, que surgió a finales del siglo XI y tuvo su gran esplendor a partir del siglo XIII, no se quedó en una “simple tabla”, sino que se convirtió en una estructura arquitectónica, pictórica y escultórica que forman parte del arte religioso de los templos católicos. Por lo general los retablos están formados por un cuerpo inferior horizontal llamado banco o predela, varios cuerpos verticales llamados calles que horizontalmente se dividen en pisos y un remate que protege todo el conjunto llamado guardapolvos.
A medida que se avanza en el tiempo el retablo va alcanzando enormes dimensiones, pues a raíz de las disposiciones del Concilio de Trento, fue necesario que la narración se acercara más a la vida real de las gentes, siendo un recurso hacer que estas imágenes fueran de tamaño natural, que parecieran moverse como los fieles y que gozaran y sufrieran como ellos, pero que a la vez permitieran re-presentar con mayor claridad expositiva un tema religioso. Es así como el retablo se convierte en un recurso pedagógico y didáctico donde el arte se despliega para enseñar, inspirar y conmover.
Es a través de estos cambios que en los retablos se instalan las imágenes y las escenas trabajadas en pintura, talla o escultura de bulto, las cuales, a través de un programa muy pensado, mostraban a los fieles historias, milagros, vidas ejemplares y Misterios Divinos; en fin, un programa iconográfico vinculado al centro de la iglesia que es el Altar (del latín altare-altus , ‘lugar elevado’ donde se hace presente Jesucristo: Sacerdote, Víctima y Altar) y al significado de la Santa Misa, pues siempre tuvo una condición catequética o de instrucción para los fieles que asisten al templo.
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