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  • Hna. Martha Elen Acosta Gil

Hermanas Juanistas, 85 años por el mundo obrero de América Latina y el Caribe


La Congregación de Religiosas de San Juan Evangelista, mejor conocidas como hermanas Juanistas, estarán celebrando 85 años de fundación este próximo 08 de diciembre. La congregación fue creada en 1932 por un sacerdote de la Arquidiócesis de Bogotá en proceso de canonización: el padre Jorge Murcia Riaño, quien se inspiró en la experiencia de la Juventud Obrera Católica para iniciar su obra.

Hoy las religiosas están presentes en Colombia, Venezuela, República Dominicana, México y Haití; y, como en los orígenes de su historia, desarrollan su labor en el mundo del trabajo, al servicio particularmente de las mujeres y de los jóvenes.

Tenemos el gozo de compartir los 50 años de la Asociación de mujeres ASOCADHO , centro de amas de Hogar en Cucuta, durante estos años, hemos acompañado, el proceso de formación, identidad, organización y acción pastoral de la mujer Santandereana.

La obra del Hogar San José ubicada en Bogotá cumplió en este año 75 años, agradecemos a Dios por esta iniciativa de nuestro amado fundador del Siervo de Dios Jorge Murcia Riaño.

La Hna. Martha Elena Acosta, animadora pastoral de la institución, es consciente de los desafíos que el presente plantea a la misión de su comunidad. Dice que el papa Francisco invita a tocar y compartir el dolor de los pobres. En esa línea va el trabajo intercongregacional que las Juanistas acompañan en Altos de Cazucá, una de las poblaciones marginadas en la Sabana de Bogotá a donde llegan familias víctimas del desplazamiento forzado.

En un país como Colombia, donde la tasa de desempleo supera el 9% y la inequidad se configura como expresión de la violencia estructural, las Hermanas de San Juan Evangelista han optado por estar presentes allí para ver, oir, el clamor del pueblo trabajador, en rostros concretos, de niños, jóvenes, mujeres, toda la población, que dejando su techo, territorio, y trabajo digno deben venir huyendo a esta gran selva de cemento donde son desconocidos, no tienen la comunidad cálida y fraterna , porque fueron sacados, violentamente para defender la vida. Ellas quieren estar allí, y dar muestras de cercanía ,solidaridad sin ningún tipo de distinción.

Según la hermana Martha Elena, lo suyo por estos días no es la auto-referencialidad ni preocuparse por la supervivencia de las estructuras. Prefieren articularse y sumar esfuerzos con otras comunidades en iniciativas como el Celam en el proyecto de DEJUSOL, donde se proyectan en la animación de la Pastoral de Trabajadores en 6 países, Haití, República Dominicana, México, Perú, Chile, Colombia organizando el equipo levadura, quienes proyectaran en sus países los Equipos de Pastoral de Trabajadores. También gracias al CELAM estamos vinculadas a la Red Clamor, que denuncia una de las expresiones contemporáneas de la esclavitud: la trata de personas.

Habla de la celebración del 19 de noviembre jornada mundial por los pobres, invitación del Papa Francisco, donde nos invita a la solidaridad, la Arquidiócesis de Bogotá, ha organizado una actividad en la Basílica de Lourdes, donde estarán presentes los Hermanos Venezolanos y haremos un acto de solidaridad, desde el Centro de migración que animan las Hermanas escalabrinianas.

Vivir el Evangelio en el mundo obrero

De la mano de los movimientos sociales, la defensa de los derechos humanos ha sido parte del trabajo de la institución, especialmente en lugares como el Urabá antioqueño y el Magdalena Medio.

El año pasado la comunidad hizo el lanzamiento del Año Misionero Juanista, para involucrar a más jóvenes en acciones de solidaridad animadas por el carisma del padre Murcia: comulgar a diario con la hostia del trabajo y hacer reinar a Cristo en dicho mundo.. La experiencia sirvió de antesala para celebrar los 85 años de la congregación y constatar la vigencia de la misión confiada a las Juanistas: formar jóvenes que sean, dentro del mundo obrero, ellos mismos, evangelizadores de los demás.

Continuamos invitando a las jóvenes que vengan, que salgan, den el primer paso y el segundo y continúen caminando con nosotras, sirviendo, anunciando el Reino de Dios en medio de los trabajadores, para ser una luz de verdad en el mundo del trabajo.

El artífice de una obra evangelizadora y de cambio social

Uno de estos hombres de Dios para Colombia, en siglo XX, fue JORGE MURCIA RIAÑO, sacerdote diocesano, quien nació en Bogotá el 20 de octubre de 1895 y realizo en la breve existencia de 49 años, toda una obra evangelizadora y de cambio social.

Formado en la exigencia y delicada disciplina de un hogar cristiano, del colegio Pio Latino de Roma, acendro en su personalidad los más latos valores del espíritu que volcó luego en una corriente de apostolado eclesial y social.

Ordenado sacerdote en Roma el 28 de octubre de 1918, regreso a su patria para iniciar un trabajo pastoral de honda recuperación social, qué se continúa en la historia mediante su pequeña Compañía de san Juan, fundada el 8 de diciembre de 1932, con características “sui generis”, como prolongación en el tiempo, de sus manos y de su corazón.

“Veíamos muy clara la conveniencia de que la Compañía constara de tres ramas: sacerdotes, laicos y mujeres” (apuntes para la Biografía Pag.11).

Sin duda entre los sacerdotes de su tiempo y para su querida Colombia, fue el pionero de lo social, quien a la luz de las grandes Encíclicas y a la sombra preocupante de la clase trabajadora que emergía desprotegida y explotada y que se precipitaba por caminos de lucha de clases y corrientes materialistas y ateas, fue el evidente y el organizador que hizo tomar conciencia al universo que lo rodeaba, escuchaba y leía, de la necesidad de ganar esta causa para cristo.

Para mover las voluntades, surgen de su mente iluminada y de sus corazón de apóstol, movimiento y organizaciones que llegan a ser auténticos soluciones a la problemática social que Vivian los preferidos y amados de su corazón, vale decir, los jóvenes y sencillos trabajadores.

La liga de Damas Católicas, la Federación Nacional de empleadas, la JOC entro otras, fueron las obras cumbres que cristalizaron el ideal del líder del apostolado social.

Con estas obras e inquietudes trato de colmar el anhelo insaciado de “hacer reinar a Cristo, y llevar a todos los hombres a recitar su Padre nuestro y a Honrar al Rey de los y del género humano”. J.M.R.

Estas organizaciones apostólicas, desembocan en la compañía de San Juan, que tú venido a ser el instrumento institucionalizado y progresivo, para cristalizar su ideal de una juventud trabajadora para Cristo, de un triunfo del amor sobre el odio de clases y de una fraternidad cristiana, que es la clínica capaz de construir la “civilización del amor”.

La figura de joven y pescador que distinguió a san Juan Evangelista el predilecto de Jesús, enardeció el corazón del padre Jorge Murcia Riaño, quien coloco su empresa bajo las alas de esa águila del alto vuelo, la proyecto a sus hijas con altura teológica, en intimidad con Cristo, con alimento solido de palabras revelada, con simplicidad evangélica, con roce de pescadores y trabajadores sencillos, en vivencia de perenne juventud, así se presentó la compañía de San Juan Evangelista desde sus comienzos.

Llego al corazón de todos; con su estilo de vida singular, “en estrecho y fiel grupo de amigos con un amigos con un amigo común Jesús”, con Juan y con María, se inició el peregrinaje de naciente comunidad que trataba de vivir cada día el lema: AMOR Y SACRIFICIO.

El sacerdote vivido por el padre Murcia en una profunda espiritualidad tuvo resonancia en todas las obras que fundo. Su inquebrantable fe y confianza en la divina Providencia y su ardiente celo apostólico lo llevaron a luchar con tenacidad ante las dificultades e incomprensiones de que fue objeto. El lema de su vida “AMOR Y SACRIFICIO”, fue asumido con la generosidad de quien se siente elegido para trabajar incansablemente por la gloria de dios.

A la temprana edad de 49 años el 15 de noviembre de 1944, el señor de la Mies lo llamo considerándolo maduro para el cielo.

“Si yo dejara a mis hijos la confianza en Dios moriría tranquilo”, (Vad. 36), fue la norma que nos dejó como herencia.

Esta frase la dijo su hermano Luis María al enterarse de la muerte del Padre Murcia:

“A la vista de tantos sufragios de mis compañeros he pensado y lo he estado diciendo que francamente yo espero que mi hermanito, no habrá de necesitarlos todos , pues lo hago en el cielo y les he estado pidiendo que todas esas oraciones y sufragios los enderecen a pedir por la comunidad que él tanto amó, por la Compañía de San Juan y por sus obras. (Padre Luis María Murcia ).

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