“Hasta ahora es un trabajo necesario, porque hoy la salud sabemos que muchos casos se han vuelto en un negocio, tristemente, y la humanización es la que nos abre un camino. Con todo como un negocio se sufre, con el sufrimiento humano es una cosa muy seria, complicada, comprometedora, y no siempre el profesional de la salud se siente apreciado, querido, por su servicio, entonces se sienten de alguna manera explotados por las instituciones mismas que hoy en día que son las causas primeras de la deshumanización”.
El legado de San Camilo de Lelis, servidor de los enfermos, se pierde de vista, y rememorando en sus propias palabras: “¿Que tengamos cuidado porque en Milán hay peste? Precisamente por eso vamos allí”, hoy como nunca vienen a tino, cuando la mercantilización en su máxima expresión de la salud suena como las piedras del río, y precisamente quienes integran el Centro Camiliano en Colombia van adonde más los necesitan. El padre Adriano Tarraran, es uno de ellos, ya lleva tiempo en imitación de San Camilo, siendo fiel a su obra, y en 50 años de servicio, su vocación parece infinita.
Este sacerdote italiano, que se ha hecho hijo de América Latina, cuyo epicentro ha sido Colombia, desde 1967 se vio interpelado a abogar por los enfermos y por los que sufren. Todas sus esperanzas y luchas se cristalizan en 1981 cuando la Orden Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos) decide crear el Centro Camiliano, por supuesto, el padre Adriano estaría allí a la cabeza como director. El artífice de la Guía de Pastoral de la Salud para toda América Latina hace algunas reflexiones.
¿En qué anda el Centro Camiliano?
“En el Centro Camiliano de Pastoral de la Salud estamos trabajando a nivel latinoamericano con el CELAM. Desde hace 22 años estamos trabajando con la Conferencia Episcopal de Colombia y desde hace 30 años con la Arquidiócesis de Bogotá, coordinando el área salud. Estamos haciendo una experiencia muy bonita realizando un proceso con la pastoral, aquí en Colombia ha comenzado un proceso de estructuración, de organización a partir de planes, proyectos, programas de humanización en los servicios de salud”.
Es en la humanización de la salud, donde se encuentra la piedra angular, la idea fuerza del padre Adriano, al punto de convertirse en una persona incómoda al sistema, subrepticiamente ha declarado una guerra a muerte por la vida, por el acceso a la salud, este hombre de bien sabe dónde está parado: “Eso no se tocaba, ni se hablaba de humanización a nivel nacional, nosotros con el centro Camiliano hemos comenzado este discurso que era como escandaloso para los profesionales y empresas de la salud”.
En este sentido, el centro Camiliano está a la vanguardia por su experiencia en este camino, en este proceso, 30 años no son pocos, el padre Adriano bien explica que “Con el plan humanizarnos para humanizar es un proyecto que se realiza con cada institución, se hace un convenio y se acompaña. Este proceso puede durar un año hasta dos años, y al final de la experiencia preparan un equipo en la institución misma para que se haga cargo de continuar el proceso de humanización. Es un proceso muy bonito, un poco costoso porque son profesionales los que lo acompañan, pero no es lo único, se ofrece de manera permanente a todas las instituciones que lo requieran y que lo tomen como un objetivo prioritario y una política de institución. También se ofrecen cursos de sensibilización permanentes y progresivos a todos los estamentos y profesionales de la salud”.
¿Cuáles son los desafías de la pastoral de la salud en Latinoamérica?
“Hemos publicado desde hace algunos años, desde el 2010, la Guía de pastoral de salud que da los principios orientadores que animan todo este trabajo de voluntarios en el mundo de la salud y nos orienta en el acompañamiento de enfermos, a ancianos, de los que sufren. Además el desafío que tenemos es formar los agentes de la pastoral de la salud, porque la buena voluntad hoy en día no es suficiente, se necesita competencia, y la competencia la ofrecemos con una formación permanente y progresiva a todos los voluntarios y no voluntarios para que esta presencia incida en esta experiencia tan dolorosa de la vida como es el sufrimiento por enfermedad.
Entonces a nivel Latinoamericano nos hemos reunido en estos días porque tenemos como proyecto planear el trabajo de estos cuatro años y lo que nos proponemos es que la guía es la que orienta la pastoral de la salud en toda América Latina y actualizar la misma guía a partir de los documentos del Papa que emanó la Evangelii Gaudium y Laudato Sii de manera especial, complementarla y actualizarla”.
¿Qué falta por hacer?
“Falta por hacer mucho, porque estamos en un continente donde hemos escuchado que la pobreza no va a desaparecer, parecen que los índices se van agravando, entonces esto incide tremendamente en el mundo de la salud, de la atención a los que sufren, estamos ante este desafío de lograr sensibilizar para que podamos incidir en las políticas de salud para que los medicamentos y estos laboratorios, estas empresas que hacen tanta plata pero también tanto bien, favorezcan el acceso a medicamentos a todo ciudadano, porque hay medicamentos demasiados costosos”.
¿Es posible cambiar esa realidad aún cuando vayamos en contra del sistema?
“Ya se han dado pasos, ya se han conseguido unas metas, estamos en ese proceso constante, porque es un mundo adverso que tienes que enfrentar y cambiar criterios, pero estamos con mucha alegría porque se han dado y se están dando pasos importantes, tenemos siempre esperanza por eso peleamos y trabajamos”.
¿Y se han planteado apelar a otros modos alternativos de curación, por ejemplo, la medicina natural, medicina aborigen?
“Es algo que hay que trabajar y en la cual estamos empeñados en estos años, en hacer un congreso de sensibilizar y valorar esta medicina que tendría también su importancia y no hemos valorado de manera debida. Esto es uno de los objetivos que tenemos en estos 4 años”.