El pasado 07 de abril se publicó la nueva exhortación apostólica post sinodal del Papa Francisco, titulada Amoris Laetitia sobre el amor en la familia. (Al final de la nota puede descargar el documento completo).
La esperada Encíclica fue publicada en italiano, francés, inglés, alemán, español y portugués, como resultado de las reflexiones del Santo Padre a partir de los Sínodos de los Obispos sobre la Familia realizados en el Vaticano en 2014 y 2015.
Según reseña la nota de ACIPRENSA "el Sínodo de los Obispos realizado en octubre de 2015 en el Vaticano con la participación de más de 250 prelados de todo el planeta tuvo como tema “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo moderno”.
Los obispos de todo el orbe debatieron sobre diversos temas relacionados a la familia entre los que estuvieron la preparación para el sacramento del matrimonio, la atención pastoral a las familias en dificultad, la violencia familiar, entre muchos otros".
Para el Papa Francisco “esta Exhortación adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo” (5)
Familia y Pastoral Social
Al referirse a la problemática socio económica que atenta contra la vida, la dignidad y la estabilidad de los miembros de la gran mayoría de las familias del mundo, lo cual representa un gran desafío para las Pastorales Sociales del Continente y para todos los grupos en favor de las familias, el Santo Padre afirma en su documento:
"A veces son dramáticas las angustias de las familias cuando, frente a la enfermedad de un ser querido, no tienen acceso a servicios adecuados de salud, o cuando se prolonga el tiempo sin acceder a un empleo digno. «Las coerciones económicas excluyen el acceso de la familia a la educación, la vida cultural y la vida social activa”.
Agrega el Vicario de Cristo: “El actual sistema económico produce diversas formas de exclusión social. Las familias sufren en particular los problemas relativos al trabajo. Las posibilidades para los jóvenes son pocas y la oferta de trabajo es muy selectiva y precaria. Las jornadas de trabajo son largas y, a menudo, agravadas por largos tiempos de desplazamiento. Esto no ayuda a los miembros de la familia a encontrarse entre ellos y con los hijos, a fin de alimentar cotidianamente sus relaciones” (44)
De igual forma alerta el Sucesor de Pedro: "Las migraciones «representan otro signo de los tiempos que hay que afrontar y comprender con toda la carga de consecuencias sobre la vida familiar». El último Sínodo ha dado una gran importancia a esta problemática, al expresar que «atañe, en modalidades diversas, a poblaciones enteras en varias partes del mundo. La Iglesia ha tenido en este ámbito un papel importante. La necesidad de mantener y desarrollar este testimonio evangélico (cf. Mt 25,35) aparece hoy más urgente que nunca [...] La movilidad humana, que corresponde al movimiento histórico natural de los pueblos, puede revelarse una auténtica riqueza, tanto para la familia que emigra como para el país que la acoge" (46)
Convirtiéndose en la voz de las familias empobrecidas y excluidas, que sufren por el progresivo deterioro de su calidad de vida denuncia el papa Francisco:
“Quiero destacar la situación de las familias sumidas en la miseria, castigadas de tantas maneras, donde los límites de la vida se viven de forma lacerante. Si todos tienen dificultades, en un hogar muy pobre se vuelven más duras. Por ejemplo, si una mujer debe criar sola a su hijo, por una separación o por otras causas, y debe trabajar sin la posibilidad de dejarlo con otra persona, el niño crece en un abandono que lo expone a todo tipo de riesgos, y su maduración personal queda comprometida. En las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca, con lo cual se consigue el efecto de hacer que se sientan juzgadas y abandonadas precisamente por esa Madre que está llamada a acercarles la misericordia de Dios. De ese modo, en lugar de ofrecer la fuerza sanadora de la gracia y la luz del Evangelio, algunos quieren «adoctrinarlo», convertirlo en «piedras muertas para lanzarlas contra los demás” (49).
La exhortación apostólica post sinodal no se pronuncia definitivamente sobre el tema del acceso a la comunión de los divorciados en nueva unión. Lo que hace es proponer una perspectiva pastoral en la que se tenga en cuenta “la complejidad de cada situación”, con el importante criterio del discernimiento que el Papa subraya en todo momento sin afirmar si es que, de modo general, estos fieles pueden acceder a la Eucaristía.
El Papa al recoger el aporte de los Padres Sinodales, con base en toda su diversidad de posturas, desde una mirada de Pastor de la Grey universal, subraya sobre este tema:
"A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas» y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial[261]. Estas situaciones «exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto, evitando todo lenguaje y actitud que las haga sentir discriminadas, y promoviendo su participación en la vida de la comunidad" (Amoris Laetitia 243)
“Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo. Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre, los cuida con afecto y los anima en el camino de la vida y del Evangelio” (Amoiris Laetitia 299)
Al inicio de su Documento el Papa Francisco colocó como marco referencial para entender los diversos temas polémicos que se abordaron durante los sínodos sobre la Familia:
“Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas” (2).
“Naturalmente, en la Iglesia es necesaria una unidad de doctrina y de praxis, pero ello no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella. Esto sucederá hasta que el Espíritu nos lleve a la verdad completa (cf. Jn 16,13), es decir, cuando nos introduzca perfectamente en el misterio de Cristo y podamos ver todo con su mirada. Además, en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales, porque «las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general [...] necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado” (3).
Presentamos a continuación el texto completo de la Exhortaciòn Post Sinodal Amoris Laetitia