A continuación te presentamos el documento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Corporación Andina de Fomento (CAF), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que fue presentado en la reciente Cumbre Iberoamericana en Cartagena de Indias, Colombia.
“Se prevé que el ritmo de crecimiento económico de América Latina en 2016 sea de nuevo decepcionante. Las tasas de crecimiento para la región oscilarán entre el -0.5% y el -1% en 2016 (comparado con el 1.2% en 2014 y el -0.4% en 2015), antes de experimentar una modesta recuperación en 2017. Algunos factores externos están contribuyendo a este débil rendimiento, incluidos los menores precios de las materias primas (sobre todo debido a la desaceleración económica global), así como el creciente costo de la financiación externa y las perspectivas más moderadas de entradas de capital.
Los niveles de crecimiento varían entre países, en parte debido a sus diferentes estrategias de gestión económica. Aun así, estas proyecciones señalan el final de un período de diez años durante el cual América Latina protagonizó un crecimiento mayor que la media de la OCDE. Es necesario implementar reformas estructurales para estimular la el crecimiento potencial y la inclusión. El crecimiento de la productividad continúa siendo modesto comparado con el de los países de la OCDE y el de otras economías emergentes.
A pesar de las mejoras recientes, América Latina sigue siendo la región del mundo con mayor desigualdad. El auge de las materias primas y la gran afluencia de capitales a corto plazo no han aumentado el crecimiento potencial de la región. Las reformas para reforzar las inversiones en capital físico y humano deben fomentar un mayor crecimiento inclusivo y una mayor productividad. Esto se puede lograr mediante la mejora de las competencias y habilidades de los trabajadores, la inversión en infraestructuras, la integración regional y un mayor nivel de diversificación y de vínculos productivos. América Latina está entrando en un nuevo ciclo electoral, en el que tendrán lugar alrededor de 18 elecciones presidenciales entre 2016 y 2018. Ello debería aprovecharse como una ventana de oportunidad para una agenda de reformas que pivote sobre el nexo "productividad-" según diferentes escenarios de un "ajuste fiscal inteligente".”
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