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Levantemos la voz por los que no tienen voz


Levanta la voz por los que no tienen voz; ¡defiende a los indefensos! Levanta la voz, y hazles justicia; ¡defiende a los pobres y a los humildes!

Proverbios 31, 8-9

Ante los lamentables hechos acaecidos el miércoles, 08 de marzo en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, ubicado en el municipio de San José Pinula, al sureste de Ciudad de Guatemala, donde más de 35 niñas y adolescentes murieron producto de un incendio, desde el Proyecto Centralidad de la Niñez, mancomunidad interinstitucional entre el CELAM, World Vision América Latina y Pastoral Internacional da Criança, en voz profética, a ejemplo de Monseñor Romero, queremos levantar la voz por aquellos que han sido silenciados y a no hacernos los indiferentes ante este tipo de situaciones, producto de la indolencia.

Más allá de las causas generadas de este siniestro, queda en evidencia un problema grave que había sido denunciado hace tiempo con las personas menores de edad en ese refugio: violaciones, abuso y maltrato. Situaciones intolerables tanto para la sociedad como para las víctimas que estaban ansiosas de que su voz se escuchara. Diversos medios del mundo coinciden en este aspecto, llueven las denuncias, por eso, hacemos un llamado a no acallar nuestras voces, hasta que se haga justicia.

En estos momentos acompañamos en el dolor a las familias afectadas, que de algún modo confiaron en la institución que hoy es causa de sus pesares. Le pedimos al Dios de la vida dé el consuelo necesario ante la pérdida de su ser querido.

Ante este ignominioso proceder de los responsables del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, demandamos a las autoridades ahondar en este caso, a las organizaciones de defensa de Derechos Humanos a acompañar a las víctimas y a todos los hermanos y hermanas en Cristo, a sumarnos en oración y acción porque situaciones de este tipo no vuelvan a repetirse.

Finalmente, la ternura y el amor de Dios deben traducirse en los signos de los tiempos y parte de nuestro compromiso transformador consiste en insurgir e indignarnos ante la injusticia, y sobre todo cuando se trata de los preferidos de Dios, pues como en el Evangelio "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". (Mateo 25, 40).

Que el Dios de la vida reciba en su santo seno a estas más de 35 niñas, consuele a sus parientes y nos dé fuerza a cada uno de nosotros para ser voz profética e indignada, que la protesta de estas niñas ante los vejámenes de sus verdugos no sea en vano. Así sea.

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