1.- Sin duda alguna una de las realidades más interpeladoras de nuestra continente es la situación de millones de hermanos y hermanas que víctimas de la violencia o la persecución política, se ven obligados a huir de sus países y solicitar refugio en otra nación, donde anhelan encontrar una oportunidad para vivir dignamente.
2. Cada refugiado o refugiada, más que una estadística que engrosa los documentos de los órganos oficiales, es un ser humano, que debe ser respetado y promovido en su dignidad y derechos.
3.- Las organizaciones de la Iglesia católica que acompañamos y defendemos la vida de los refugiados vemos con preocupación las duras realidades a las que son sometidos, las cuales son un CLAMOR que debe ser escuchado tanto por los Estados como por la sociedad de los países expulsores, de tránsito y acogida.
4.- En el Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe - CELAM, a través de la Red de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas –CLAMOR[1] queremos responder a la invitación que nos hace el Papa Francisco a participar y contribuir en el proceso de los Pactos Globales utilizando como ejes orientadores los cuatro verbos: Acoger, Proteger, Promover e Integrar .[2], desarrollados ampliamente en el Documento “20 puntos de Acción”, del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede.
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