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  • Ángel Morillo

Un nuevo pacto con la madre tierra


Alirio Cáceres, Referente de Ecología Integral del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano, diácono permanente de la Arquidiócesis de Bogotá, tiene muy claro que la única forma de hacer realidad los postulados de la Laudato Si y, especialmente, lo concerniente a ambiente en el todo el mundo es a través de las acciones pues como él mismo asegura se aborda sólo de manera teórica, abstracta, científica, pero sin ningún tipo de incidencia ni trascendencia.

Luego de varios años como docente de ecología en la Javeriana de Bogotá, hoy por hoy, desarrolla actividades formativas, de asesoría en estas áreas, y hace poco estuvo en Roma participando en un Seminario sobre ambiente, ecología y teología, organizada por Cáritas Internacionalis, con al menos un participante de cada continente, donde se abordó la temática “Alimento para todos”.

Allí estuvo brindando sus aportes desde la perspectiva latinoamericana, lo cual en sí implica todo un desafío.

Seminario en Roma sobre ambiente, ecología y teología, ¿qué propuestas trae para aplicarlas desde la Iglesia?

“Este encuentro tuvo como fin la formación de un grupo conformado de todos los continentes para realizar una mirada diagnóstica de la realidad global; por Asia tuvimos un participante de Camboya, de África un delegado de Nigeria, de América dos personas de EEUU y de América Latina estuve yo, de Europa un delegado de Alemania y de Oceanía de forma virtual, un delegado de Nueva Zelandia. Nos acogió Cáritas Internacionalis en su sede en el Vaticano. La idea principal fue compartir una mirada diagnóstica de cómo percibimos el cambio climático que está afectando todos los sistemas de alimentación y luego seguimos con un plan de trabajo para hacer incidencia para proponerlos a organismos internacionales y a los gobiernos locales y a las iglesias para que se trabaje en pro del objetivo de que la gente no se muera de hambre y tenga acceso a una nutrición más sana y saludable”.

En cuanto a esa mirada diagnóstica de la que se habla como está América Latina y el Caribe con respecto a otros continentes, teniendo en cuenta la situación actual por la que atraviesan muchos de sus países

“Se identificaron tres factores, entre ellos, el de acceso a los bienes de la naturaleza que tiene que ver con la tenencia de la tierra que es improductiva y que no se pone al servicio de la producción de alimentos; un segundo factor, la producción de alimentos que se ha tomado como un modelo activista por parte de los gobiernos y esto hace que la tierra que debe ser para producción de alimentos se destine para proyectos mineros; como tercer elemento, está la distribución de los alimentos que está comprobado que una tercera parte de los alimentos que se producen son pérdidas, esto porque tenemos una cultura del despilfarro donde ni siquiera algunos productos llegan a la mesa de los hogares por temas de transporte o rentabilidad de mercado. Todos estos factores hacen que América Latina y el Caribe viva en una situación crítica de hambre y desnutrición infantil como es el caso de la Guajira colombiana o Haití”.

“Otro de los elementos a tomar en cuenta son los océanos como fuente de alimentación; con el deshielo de los cascos polares se está poniendo en riesgo a las poblaciones que habitan las islas a esto se suma la minería subacuática, la contaminación de los mares. Esto viene causando que el mar penetre en los depósitos de agua dulce creando la grave situación que es la salinización del agua para consumo humano, de igual manera la desforestación no para siembras de cultivos, para consumo humano, sino para grandes monocultivos y biocombustibles producto de la especulación”.

¿Cómo se abordó el tema de los Estados Unidos como principal potencia económica que con la administración Trump dejó de lado los acuerdos para reducir el cambio climático por favorecer los intereses económicos e industriales?

“Esto fue motivo de preocupación, lo primero es defender el acuerdo de París sobre el cambio climático, pues, independientemente que EEUU vaya a desconocer ese pacto, es importante que las demás naciones sigan trabajando en pro de reducir este fenómeno, lo segundo es comprender que una cosa es el discurso del Presidente y otra los mecanismos institucionales, entonces sería apelar a la institucionalidad para que no se detengan estos acuerdos internacionales por medio de las Naciones Unidas; en tercer lugar tenemos que independientemente de lo que digan los EEUU seguir generando experiencias de agroecología, de economía solidaria, de convivencia pacífica con el agua”.

¿Cómo ven el futuro pese a todas las catástrofes naturales que vive el planeta?

“Cómo dice la carta de Pedro, los cristianos estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza, si bien es cierto estamos en una fuerte crisis, también donde abundó el pecado sobreabunda la gracia y esto lo vemos en los signos de solidaridad, de compromiso por parte de la iglesia y Cáritas liderando muchos de esos signos proféticos. Tenemos tres grandes tareas en este grupo de trabajo, primero articular integralmente los objetivos de desarrollo sostenible para que se cumplan en cada uno de los territorios; segundo, tomar esos objetivos y llevarlos al contexto de cada región, esto implica incidir en los tomadores de decisiones, en los gobernantes, a nivel de Estado y en las administraciones que son las que finalmente toman las decisiones e influir en ellos para que trabajen en función de la Laudato Si; tercero, impulsar las experiencias locales e iniciativas de los campesinos, mujeres y jóvenes, todas esas iniciativas como huertos comunitarios, banco de alimentos que se dicen pequeños pero la idea es agrandarlos y potenciarlos por medio de articulación de divulgación y, de esta manera, mostrar que no todo está perdido y la esperanza es un gran logro y esta esperanza se alimenta de acciones de comunidades que sienten y sufren y establecen un nuevo pacto con la madre tierra, en un acto de reverencia con la creación”.

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