1948 fue un año bisiesto (de acuerdo con el Calendario Gregoriano) que comenzó un jueves, mientras que para el mundo fue un año muy convulsionado: En la India moría a manos de sus verdugos Mahatma Gandhi; en Colombia fue asesinado el líder popular Jorge Eliécer Gaitán; en Venezuela ascendía al poder el escritor Rómulo Gallegos, mientras que en ese mismo año fue depuesto; Costa Rica abolía su fuerza armada; En Oriente nacía Corea del Norte; Harry Truman como presidente de EEUU iniciaba una avanzada imperialista con el Plan Marshall; en Nueva York la ONU decreta la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en Argentina, mientras el Gobierno de entonces discutía lo de Las Malvinas, nació Jorge Augusto Oesterheld.
Actualmente Jorge Oesterheld es Párroco de la Inmaculada Concepción del Buen Viaje, en la Catedral de Morón (Diócesis de Morón- Argentina) desde febrero de 2016, sin embargo, no es un sacerdote común y corriente -aunque él diga todo lo contrario-, trabajó al lado de Jorge Mario Bergoglio como Secretario Ejecutivo de Comunicación y Prensa cuando el entonces Arzobispo fue Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina entre los años 2005 y 2011, de allí que en varias ocasiones haya salido a “desfacer” entuertos que en el plató mediático han querido adosarle al Papa Francisco.
Esto de la comunicación en el padre Jorge podría decirse que es genético, fue sobrino del no menos notable Héctor Germán Oesterheld, un famoso guionista de historietas y escritor de relatos breves de ciencia ficción y novelas, desaparecido y asesinado por la dictadura argentina presidida por el gobierno militar que se autodenominó, en ese periodo, Proceso de Reorganización Nacional.
Hoy por hoy el padre Jorge es la referencia obligada para abordar todo lo concerniente al tema de medios en la Iglesia. Su más recurrente llamado es que la Iglesia debe ocupar con mayor fuerza los medios, al punto de calificar la comunicación en la Iglesia como una asignatura pendiente, él mismo argumenta: “Existen grandes carencias comunicativas en obispos y sacerdotes, fundamentalmente, por la falta de formación. Y tengo que advertir que no hay otra manera de evangelizar que comunicando”.
Cuando era bueno
“En esa época era bueno”, así se lee, a modo de chanza, en una foto de cuando era apenas un bebé, colgada en su cuenta de Facebook. Sin duda eso delata parte de su carácter jocundo, pues siempre ha apostado por ser una persona auténtica, de hecho su filosofía de vida es hablar el lenguaje de la gente y como representante de Dios a través de su ministerio sacerdotal piensa que la “Iglesia debe hablar de las cosas que le preocupan a la gente común y deje de hablar de sí misma, que se meta en el fondo de los problemas y hable con un lenguaje que entienda la gente”.
Un 19 de abril de 1948, Fernando Augusto Oesterheld y Elvira Ana Puyols fueron bendecidos por Dios con su primogénito, ese es Jorge. Luego llegaron sus hermanos, el relata: “Soy el mayor de seis hermanos, somos tres varones Martín, Tomás y yo; y tres mujeres, María, Silvia y Laura. Y tengo muchos sobrinos, ya perdí la cuenta”.
Él mismo confiesa que le cuesta mucho recordar su infancia, sin embargo, “Los momentos que más me marcaron están relacionados con el campo y la naturaleza”. Con esos dos elementos en su vida no cabe el menor remilgo de duda que fue una infancia muy feliz.
“Mis padres se casaron en Buenos Aires y aunque por razones de trabajo vivimos en muchos sitios, todos nos consideramos porteños. Somos una familia más o menos normal, de clase media. A mis hermanos los veo poco, pero sé que están cerca y que cuento con ellos”, apunta.
Estudió primaria en el Colegio La Salle, en Buenos Aires; y secundaria en el Colegio San Juan El Precursor, en San Isidro, sin embargo, la chispa, el temple, el carácter irreverente del pequeño Jorge salió a flor de piel, seguramente el conductismo de aquellos días chocó con su espíritu libre y contestatario, seguramente no fue un niño fácil, pues afirma que “Recuerdo los colegios y el estudio como una pesadilla insoportable. Después pasé mi vida entre libros, pero cuando era chico odiaba estudiar e ir a clases”.
No obstante, el niño perspicaz, vivaz, quedó en fotos, el joven Jorge, el primogénito de Fernando y Elvira, cambió sus derroteros, toda esa inteligencia la canalizó y direccionó hacia el servicio a los más necesitados a través de su sacerdocio, una vocación que según él no tiene espacio y tiempo, es un llamado continuo.
El llamado en gerundio
El Jorge de hoy se describe, sin desparpajo, como “sincero, buen amigo, hombre pacífico, mal tío, regular hermano”. Fue ordenado sacerdote el 27 de Marzo de 1976, pero su llamado llega todos los días, así dice: “No lo puedo identificar en un momento del pasado. Es un llamado que se repite y se transforma cada día. Soy sacerdote desde hace 40 años porque el Señor, y muchas personas, han sido y son, muy pacientes conmigo”.
Sus estudios universitarios los realizó en el Colegio Máximo de San Miguel, Provincia de Buenos Aires, donde estudió Filosofía; luego, en la Facultad de Teología Santo Tomás de Aquino, Convento de Santo Domingo, Ciudad de Buenos Aires, terminó Teología; no conforme con esto, quien en otrora “odiaba” los estudios, se licenció en Ciencias Políticas y Sociología, en la Pontificia Universidad de Salamanca, Madrid, España.
¿Qué recuerda de su primera Misa?
“Estaba muy sorprendido. Me costaba creer que fuera yo el que estaba ahí”.
Si bien la emoción de su primera misa fue indescriptible, tiene un bagaje considerable de trabajo sacerdotal que ha desarrollado en la Diócesis de Morón desde 1983 hasta la fecha, donde ha sido párroco en Santa Mónica, San Judas Tadeo y Virgen de las Flores.
Asimismo ha ocupado cargos muy importantes como Representante Legal Colegio Primario y Secundario San Judas Tadeo y Colegio Secundario Santa María de Guadalupe; como Vicario Episcopal de Laicos, de la Diócesis de Morón. Miembro del Consejo Directivo de la Fundación Universidad de Morón. Vicario Episcopal para la Cultura.
Vocación sacerdotal como vocación de un comunicador
El camino de la comunicación lo inicia en 1994 como Secretario Ejecutivo de la Comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina, como también la responsabilidad Oficina de Prensa. También desde 2014 es Director de la Revista Vida Nueva Cono Sur. En ese ínterin compartió de cerca con el Papa Francisco.
Además de ser un lector empedernido, es un escritor muy prolífico. Obras como “Pablo VI a los religiosos” (1976), “Ante Dios” (1986), “Palabra clara” (2001), “Soplar sobre la herida” (2005), “Compartir lo que creemos” (2011) dan cuenta de su solvencia académica e intelectual; sin embargo, es con su obra “No basta con un clic” (2016) donde ha condensado más de 20 años de trabajo, incluso se cuestiona a sus pares haciendo un exhorto a hacer mejor un mejor trabajo en materia comunicacional, el cual debería ser más cercano a la gente.
Cuenta que cuando le regaló el libro al Papa Francisco, quien luego de felicitarlo su respuesta fue “Tú siempre con estas cosas”, como muestra de una confianza y respetos cultivados en años de trabajo y vida.
Dice que desde hace 20 años comenzó a trabajar el tema de la comunicación e Iglesia ¿Qué lo motivó a interesarse ese tema?
“Antes de entrar al seminario fui periodista y siempre viví mi vocación sacerdotal como la vocación de un comunicador. No puedo separar en mí el sacerdocio y la comunicación”.
En esa transición de los medios tradicionales a los medios digitales, ¿cómo ha asumido usted esos cambios, se considera un Padre 3.0?
“Las actuales tecnologías de la comunicación son una herramienta extraordinaria para la Iglesia. Me considero un aprendiz en el uso de estos medios y creo que todos lo somos. El futuro es inimaginable y tenemos que tener el corazón y la cabeza muy abiertos para aprender constantemente”.
¿A cuántos clic está entonces la Iglesia de lograr relaciones significativas para la evangelización, qué alternativas concretas propone al respecto?
“Creo que lo más urgente es entender que el Evangelio es el más actual de los mensajes. Tienen más actualidad las palabras de Jesús que cualquier otro texto. Las palabras de hace unos años son más antiguas y más difíciles de entender que las de las primeras comunidades que anuncian el Evangelio. Las actuales tecnologías se adaptan maravillosamente a ese lenguaje que recibimos del Señor”.
Se diría que es un privilegio el de usted haber trabajado codo a codo con el Papa y más siendo su director de prensa y comunicación, ¿Cómo describe esos momentos, qué anécdota tiene, qué se siente trabajar con Jorge Mario?
“Siempre sentí que fue un privilegio, desde mucho antes que él fuera el Papa. Lo mejor fue estar cerca de alguien que siempre sorprendía y que para todos demostraba una atención especial. Me llamó la atención su serenidad en los momentos difíciles y su absoluta libertad de espíritu. Nunca le importaba lo que dijeran o pensaran de él”.
En su inventario de logros a lo largo de toda su vida, ¿qué le falta por hacer? “No sé si tengo logros en mi vida. No vivo intentando lograr algo. Solo intento estar al servicio de mi comunidad y siento que está todo por hacer, que la vida es muy corta, que me gustaría vivir muchas vidas haciendo lo que hago”.
Así es el padre Jorge, un hombre sincero, humilde, modesto, su pasión por la prensa y la comunicación no tiene parangón, seguramente cuando Dios lo creo, en ese momento, estaba conversando con el Arcángel Gabriel, su gran mensajero, recordemos, en el cielo también era 1948 y no estaba exento.
En colaboración con otros autores publicó: “La Iglesia y la comunicación ante el tercer milenio”, 1997; “Hacia una comunicación solidaria” y “Comunicación esperanza y solidaridad”, 1999. “Iglesia y Comunicación”, 2001; “¿Dónde estaba Dios?”, 2005
PREGUNTAS DE PAREDÓN Un color Azul
Una fruta Frutillas
Un lugar Buenos Aires
Un libro Cartas a un joven poeta. R. M. Rilke
Su aparato tecnológico favorito es… iPad
Una pieza de ajedrez Alfil
Un personaje Papa Francisco
¿Qué le indigna? La injusticia
¿Qué le inspira? Leer
¿Qué nunca falta en su equipaje? El teléfono
Un santo Santo Domingo de Guzmán