“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, con el verso del poeta español Antonio Machado, Fray Leonir Chiarello ha entretejido un cúmulo de vivencias a lo largo de su vida como misionero que hoy lo hacen merecedor y digno de reconocimiento en el mundo de la Iglesia Católica universal como referente del área de migración. En un ejercicio de mera imaginación, al otro lado del mundo, desde el Vaticano, recibe una llamada directa del Papa Francisco, para consultarle como siempre suele sobre este tema que tiene a más de un gobierno en vilo y que desde el pontificado de Francisco se ha convertido en un punto de honor, acoger al migrante y refugiado como hermano, tender puentes. Precisamente para sopesar la talla de Leonir, él vendría a ser como el ingeniero encargado de construir esos puentes (de los que habla el Papa) entre las naciones con aquellos que salen de su tierra de manera forzada.
Volviendo al plano menos alegórico, pero no menos importante, Leonir Chiarello es misionero scalabriniano, director ejecutivo de SIMN (Scalabrini International Migration Network) que traducido al español sería la Red Scalabriniana Internacional de Migración y, además, su representante permanente ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales.
Cabe destacar que la espiritualidad de su comunidad misionera, la Congregación de los Misioneros de San Carlos, fue fundada por en Piacenza (Italia) por el obispo Juan Bautista Scalabrini (1839-1905), con el fin de mantener viva en el corazón de los inmigrantes italianos la fe católica y y con ello lograr su bienestar moral, civil y económico de los mismos.
Antes de estar en este importante puesto en defensa de los derechos de la población migrante, desplazada y refugiada estuvo en la comunidad Argentina de Bahía Blanca desde 1996 hasta 1997. Desde el año 1997 hasta 2006 estuvo en Chile como Consejero y Vicepresidente ejecutivo de la Comisión Episcopal para las Migraciones de Chile (INCAMI).
Asimismo fue fundador y director del Centro Integrado de Atención al Migrante (CIAMI) de Santiago (2000), fundador y primer presidente de la Fundación Scalabrini y ONG Scalabrini de Chile (2003-2006), y Consejero de la Sección de Movilidad Humana del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM durante el periodo 2003 - 2006. Actualmente también es uno de los artífices y uno de los principales propulsores de la Red Latinoamericana y Caribeña de Migración, trata y Refugio CLAMOR que diversas organizaciones católicas del continente han conformado durante este año 2017.
Es filósofo, se licenció como tal en la Universidad de Caxias do Sul, Brasil, además de tener una licenciatura y maestría en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y una maestría en Ciencias Sociales y Políticas en la Universidad Alberto Hurtado de Santiago, Chile. No cabe duda de la preparación y suficiencia académica de Leonir, aún con todo y eso es un hombre sumamente sencillo, de muy buen trato, tiene la alquimia del buen pedagogo hace que los temas más complejos resulten sencillos.
En esta idea sintetiza su visión de mundo, su forma de mirar la política, si bien es capaz de admitir que Donald Trump es uno de esos “canes” que sólo ladran y no muerden, también es de aquellos que con los debidos argumentos hace un llamado imperativo a “La necesidad de una consideración global de la justicia, entendida como justicia global, y de la corresponsabilidad de los Estados y la sociedad civil para tratar las migraciones éticamente. Por otra parte, la solución de la paradójica disfuncionalidad del actual proceso de globalización excluyente, que no está funcionando para los pobres, los migrantes y el medio ambiente, es la definición de una estrategia de gestión ética de la misma y de su domesticación al servicio de una mejor calidad de vida para toda la humanidad. Ello requiere de un cambio sistémico de la economía actual, hacia la otra economía, que esté al servicio de las personas y no las personas al servicio de la economía”.
Es un hombre armas tomar, con la capacidad de tener esa dualidad profundidad-sencillez, digna de aquellos hombres nacidos para transformar el mundo. Gracias a Dios los migrantes del mundo cuentan con él.
De los juegos a la realidad
Nace un 19 de mayo de 1967 en el Sur de Brasil, una región de migración Alemana, italiana, austriaca. Sin duda esa condición de migrante marca su espíritu. Tanto Ercelino Chiarello (de origen italiano) como María Paula Aufer (de origen austriaco) se establecieron y decidieron tener 8 hijos, Leonir es el cuarto, “Soy el del medio”.
“Tengo recuerdos muy bonitos con mi familia, mi mamá era profesora y nos quedábamos en casa con mis hermanas y teníamos dos empleadas que nos cuidaban, una nos hacía la comida y otra nos lavaba la ropa, uno de los juegos era que a mí me gustaba desde pequeño celebrar la misa con mis hermanos, ya desde pequeño tenía esa inquietud, no tenía aún la conciencia, pero veía al sacerdote como alguien que guiaba a la comunidad y después cuando hice la primera comunión tuve un sacerdote que me orientó, él se llamaba Roberto Giotolla, de nacionalidad Italiana”, recuerda.
¿Cuándo llega el momento de formalizarse en el mundo religioso?
“Mi hermana mayor estaba estudiando leyes y mis otras hermanas también estaban en la universidad, yo pensaba estudiar leyes como mi hermana mayor, pero en una oportunidad fue un grupo de sacerdotes y religiosas de la comunidad donde yo participaba e hicieron una charla donde dijeron que su vida es como una semilla puesta dentro de una bolsa, una parte de la semilla puede ir a un molino y hacerse pan y la otra parte puede ser sembrada en la tierra germinar y dar muchos frutos, más semillas y así hacer más pan, de esta forma es la vida religiosa, quien se dedica al sacerdocio; en ese momento, yo decidí interiormente que iba a ser sacerdote”.
¿Por qué con los Scalabrinianos?
“Yo le expresé a mi catequista, mi deseo de ser sacerdote. Ella lo comunicó al colegio y la profesora de la escuela lo comentó a un grupo vocacional que había en la parroquia y ahí cerca a esa parroquia estaban los hermanos maristas. Ellos me invitaron para ser hermano Marista, esto cuando iba a cumplir 16 años y un día cuando iba regresando de la parroquia hacia mi casa, el párroco Luigi Salbuchi iba a celebrar en una capilla cercana y yo iba con él en el carro cuando íbamos por una loma disminuyó la velocidad me miró y me dijo: ¿Tú no quieres ser sacerdote?, yo le dije Sí. Entonces fueron esos tres momentos los que marcaron mi vida sacerdotal a futuro. El párroco lo tomó muy enserio y habló con el promotor vocacional scalabriniano Padre Valmir Baldo quien fue a mi casa”.
¿Cómo fue ese cambio al asumir una vida sacerdotal?
“Al inicio fue un poco duro porque yo tenía una cercanía muy grande con mi familia, pero me fui acostumbrando a la vida del seminario. Terminé la secundaria e hice el noviciado, estudié filosofía en Brasil y después fui a Roma a estudiar Teología. Me ordeno sacerdote el 5 de agosto de 1995, después de la ordenación regreso a Roma para un año más de estudios para terminar la licenciatura y el primer año de actividad pastoral directa fue en Bahía Blanca en Argentina. Estuve un año trabajando con una parroquia en la delegación arquideocesana pastoral de migraciones con migrantes principalmente Bolivianos y Chilenos y de otras naciones”.
¿Por qué siempre le llamó la atención el trabajo con migrantes?
“Fue más porque mi parroquia era Scalabriniana, siempre me impresionó ese mundo, recuerdo cuando era niño vino a la parroquia un sacerdote diocesano que trabajaba en Maranhão, norte de Brasil, hace 40 años. En esa época todavía esa población era en gran parte selva estaban llegando para la colonización de esa área entonces él vino nos hizo ver unas fotos de su trabajo misionero y siempre me impresionó la labor de los que van y comparte las necesidades del pueblo llevando la palabra de Dios, llevando a Dios y descubriéndolo. En mi parroquia los Scalabrinianos también hablaban mucho del trabajo que se estaba empezando en Paraguay y esa parroquia tenía un grupo de Laicos organizado por el párroco y todos los años se iban de misión a Paraguay a ayudar a construir las capillas, las parroquias, las comunidades y esto fue lo que mas me llamó la atención de los Scalabrinianos".
¿Qué méritos lo llevaron a ocupar el cargo de alta responsabilidad que hoy preside?
“Más que méritos yo creo que fue el siempre haber aceptado con mucha disponibilidad lo que la congregación me pidió, recuerdo que llegué a Bahía Blanca y se me dijo que la decisión del Consejo Provincial era que yo sustituyera al padre que estaba ahí como delegado Diocesano de la arquidiócesis para la pastoral de migrantes, yo me quedé nueve meses aprendiendo del padre, pero sucedió que hubo una emergencia en Chile ya el padre que se tenía que ir, no se va, y te vas tú a Chile; entonces la fiesta de despedida que se le iba a hacer al padre Hildo Gris, te la hacen a ti”.
Chile, una estancia providencial
Ya estando en Santiago de Chile, se podría decir que fue un hecho circunstancial pero fue para él muy providencial en su vida y en el trabajo, porque “En mi llegada a Chile se estaba dando el gran boom de la migración peruana, la Conferencia Episcopal estaba reestructurando su trabajo con refugiados con el programa de retornados, estaba la estructura, pero no había un programa en específico, no estaba definido, en esa época llegó una religiosa que había trabajado en la pastoral social de la Conferencia Episcopal Peruana y empezamos a crear programas de atención a migrantes”.
En ese periodo, junto a un grupo misionero de jóvenes muy activos realizaron visitas a 7 mil familias. En una misión, con cuestionario en mano, para conocer los problema sy sus posibles soluciones, “La principal necesidad era que la gente no tenía trabajo, que eran estafados y hasta hoy nos dice el padre Lauro que sigue esa problemática en Chile, que venden contratos a los migrantes; las personas nos plantearon que la solución era una bolsa de trabajo y así lo hicimos, entonces el sacerdote que estaba ahí se interesó por mi capacidad organizativa, me pidió que asumiera la comisión de la Conferencia Episcopal, yo tenía tres años de sacerdocio y ya estaba a cargo de esta comisión en Chile”.
Fueron nueve años al frente con esta bolsa de empleo y logro con su equipo conseguir trabajo a 30 mil migrantes que tramitaron sus visas, “Para lograr todo esto fundamos una ONG, una fundación para migrantes. Yo tenía cincuenta roles, logré ser vicario provincial, pedí para estudiar ciencias políticas y tenía muchas obligaciones, pero para lograrlo me focalicé en dos aspectos: primero dormía poco y me distribuí bien el tiempo en el día, me dedicaba más en la mañana a la Conferencia Episcopal y delegando las funciones con trabajo en equipo”.
Fueron tiempos muy activos para el Padre Leonir quien los recuerda con mucha nostalgia porque “Logramos muchas cosas”, por ejemplo, se creó la Hermandad Del Señor De Los Milagros que hoy es una gran organización en Chile, el Departamento Arquideocesano de Pastoral de Migración, la Fundación Scalabrini, la ONG Scalabrini, el Centro Integral de Atención al Migrante, se puede decir que fue un periodo de muchas iniciativas, por supuesto gracias a la colaboración muy cercana del Cardenal Francisco Javier Cardenal Errázuriz Ossa.
Mientras asesoraba la Comisión De Movilidad Humana del CELAM y como tenía la experiencia del trabajo con la ONU y la CEPAL, el Superior General de los Scalabrinianos, en el año 2005 cuando se hizo un congreso mundial por el centenario de la muerte del fundador, decidió crear la SIMN (Scalabrini International Migration Network) y el me pidió que yo me encargara de toda la parte de advocacy (promoción) representando la red ante Naciones Unidas en Ginebra y New York.
Recuerda: “Fui a New york ocho meses para estudiar inglés y de allí tres años en Ginebra y en la SIMN fue constituida con tres sedes: Bruselas, Ginebra, New York y por esos tres años estuve a cargo de la sede de Bruselas y Ginebra. Estaba dos semanas en cada país sede por tres años; se decide concentrar más las operaciones, yo en esa época era más el encargado de advocacy e incidencias y había otro director de desarrollo que estaba en New York, pero cuando hubo un cambio de la dirección general ellos deciden y me piden que yo me haga cargo transfiriéndome para New York, desde entonces coordinos desde ahí pero sigo a cargo de la oficina de Ginebra, mientras que la de Bruselas la estamos reestructurando con oficinas regionales”.
En síntesis como un accidente providencial fue su estancia en Chile, jamás imagino que de Bahia Blanca se marcharía y es muy claro al afirmar que “Más que un mérito, fue más bien estar siempre atento a los signos de Dios y la vida y decir sí aquí estoy y me pongo a disposición”.
¿Qué ha sido lo más difícil en la toma de decisiones y cómo hace para lidiar con personajes tan difíciles como Donald Trump?
“Las mayores dificultades son dos, una es interna de la misma congregación porque si uno mira hacia afuera las exigencias y los desafíos de la migración, uno quisiera tener una velocidad determinada y no siempre uno puede ir a esa velocidad, entonces la dificultad de dar respuestas adecuadas como institución, pero al mismo tiempo ir con la institución a la velocidad de esta y no ir solo; y está como segundo, las dificultades externas del contexto hostil de la migración, pues vivimos un periodo donde la migración es el nuevo divisor de aguas político, en el Brexit (separación de Inglaterra de la Unión Europea) el elemento clave fue que Inglaterra estaba siendo invadida por migrantes y usaron la migración como una bandera para salir de Europa e Inglaterra recuperara su identidad Inglesa y los migrantes están amenazados bajo esa identidad. Esta postura se vendió muy fuerte y eso fue lo que vendió Trump para decir que hay que hacer a América grande de nuevo y los migrantes la están echando a perder; hay un trabajo muy hostil para el trabajo nuestro y para los que trabajamos con migrantes es uno de los momentos más difíciles porque hay muchas resistencias, las agencias, la cooperación internacional está disminuyendo, disminuye mucho el apoyo de los empresarios, son momentos de mucha incertidumbre y esto dificulta nuestro trabajo; pese a ello el trabajo en red sirve para aunar fuerzas con otros actores sociales y políticos con visiones a largo plazo de la migración. Estamos viviendo un momento muy hostil, antimigratorio y la idea entonces es no reaccionar contra ellos sino plantear ideas distintas”.
Jesús, modelo de migrante
Quienes hayan presenciado alguna ponencia o disertación del Padre Chiarello, descubren en él un mundo de conocimientos al alcance de todos, es enjundioso en el discurso, no guarda nada para sí todo lo comparte.
Toda esa gama de saberes acumulados, sabiduría, la contrasta con la del hombre común, sencillo, que coloca su celular en el bolsillo de la camisa, hace buenos chistes, sin preocuparse de poses o protocolos, aún cuando su vida entera sea un reloj suizo. Es una vida de servicios, la cual quisiera aún más acompasar al ritmo de los tiempos y las necesidades que muchas veces la institucionalidad y burocracia ralentizan. Por supuesto es el consejero y consultor no sólo de la ONU, también de sus hermanos y sobrinos.
Además pudiera decirse que es un cabeza caliente, rebelde, en reiteradas oportunidades, en diferentes escenarios, ha realizado un exhorto a cambiar la economía, denunciando la concentración de las riquezas en manos de pocos, un modelo que tenga como centro el humano y cuando dice esto, lo dice con la certeza de quien ha dejado las comodidades y el mundo, en coherencia con lo que dice y hace, siendo testimonio fiel del seguir a Jesús en su opción preferencial por los pobres.
¿Cuál es su filosofía de vida?
“Todos somos migrantes en este mundo y si nosotros miramos el modelo del migrante que es Jesús, que migró del padre hacia la humanidad para mostrar el camino, mi filosofía es que en cada migración Dios nos da una misión y si uno descubre esa misión este proceso se hace más sereno con mayor claridad”.
¿Quién es usted?
“Soy una persona bendecida por Dios, consciente de que tengo limitaciones y como dice el Papa Francisco me doy cuenta que soy un pecador, que no tengo méritos, pero al mismo tiempo con las cualidades que Dios me dio y con las luces que me da para serle fiel a su voluntad”.
¿Qué lo hace feliz?
“Cada vez que tengo claro lo que Dios quiere de mi vida y cuando logro responder a eso”.
¿Cómo es el hombre familiar cuando se reúne con su familia?
“En mi familia ellos me ven como la referencia para ellos en muchos temas, me consultan, incluso mis hermanos en sus negocios, mis hermanas que son profesoras universitarias y yo me siento muy bendecido por la familia que tengo y me siento muy feliz cuando regreso”.
¿Qué falta por hacer?
“Hay muchos aspectos del mundo que necesitan cambios y como decía el filósofo Sócrates y lo repite el Papa Francisco, si uno quiere cambiar el mundo, primero hay que cambiarse a sí mismo; yo percibo que si yo cambio y puedo dar testimonio de lo que creo puedo cambiar muchos aspectos. Lo que hace falta hoy en el mundo de las migraciones es desarrollar una perspectiva humanística, distinta, donde pueda haber un desarrollo integral como lo propone el Papa en el nuevo Dicasterio, donde los migrantes puedan salir de su país como una opción, no como una obligación y que tengan garantizados sus derechos. En este sentido si hace falta mucho trabajo en abandonar la lógica de que la economía tiene la última palabra y en bajo esa lógica se crea la industria de las armas, de la guerra, de los conflictos, de la concentración de las riquezas y así es que se crean esas grandes inequidades sociales”.
Paredón de Fusilamiento
Un color
Azul
Un libro
La Biblia
Una virtud
Humildad
Un defecto
Arrogancia
Un plato de comida
Churrasco
Una pieza de ajedrez
La torre
Un lugar
El paraíso
Un número
Uno
Un personaje
Jesucristo
Una palabra para un migrante
Esperanza
Un día de la semana
Domingo
Un santo o santa
San Francisco de Asís
¿Qué nunca falta en su equipaje?
La fe
¿Qué le inspira?
Dios
¿Qué le indigna?
La injusticia
Una canción
Estoy pensando en Dios