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  • Ángel Alberto Morillo

Cardenal Tagle, Aprendiendo de los pobres


Este hombre de una sonrisa naciente salida de lo más profundo del alma, llega, su mirada profunda, hace la reverencia, toma tu mano, la posa en su frente en un gesto tierno, ese es su saludo de entrada, muy asiático. Está de más describir ese espíritu sencillo, afable, profundamente comunicativo, es una hibridación de un ser sumamente inteligente y desprendido, una combinación atípica diríase. Su carisma no tiene discusión, es un conferenciante a toda prueba, en el instante te atrapa, eso sin sumar sus dotes histriónicas espontáneas. Tiene la habilidad innata de convertir el tiempo en presente continuo, es un hombre gerundio. Además le gusta el canto y con San Agustín dice que quien "Canta ora dos veces", además de su comprobado buen humor.

Todo este panegírico es harto conocido en las redes y portales web más prestigiosos, según reseñan, es el Cardenal con más seguidores en Facebook (https://www.facebook.com/ArchbishopTagle) y sus homilías son las más buscadas en Youtube, en un tris, este joven cardenal ha recibido diversos apelativos como Obispo “a mano”, una de las voces más representativas del pensamiento teológico asiático, el Wojtyla de Oriente o, simplemente, como él prefiere, Chito. Ese es el Cardenal Luis Antonio Tagle, Presidente de Cáritas Internacional y Arzobispo de Manila, capital de Filipinas.

Cuando su abuelo, un agricultor chino, llegó a Manila y se convirtió al cristianismo, jamás imaginó que uno de sus nietos llegaría a una de las más altas distinciones dentro de la Iglesia Católica y más todavía impensable en una familia cuya tradición milenaria era el budismo. Con el agregado de ser el segundo cardenal más joven. Los Tagle jamás pensaron que aquel niño perspicaz, que jugaba como cualquier otro, y aprendió el rosario con tan sólo 3 años (así cuenta uno de sus maestros el sacerdote Romeo Ner), llegaría a aquellas cúspides. Es lo que se llama tener madera.

Nació un 21 de junio de 1957 en Filipinas. Es el primogénito de Manuel y Milagros Tagle. Su hermano menor se llama Manuel. Su mamá Milagros (un nombre totalmente alegórico) da muestras de sus arraigadas creencias cristianas, ella lo enseñó a rezar, lo enseñó a amar a Dios. Eran una familia como cualquier otra, confiesa que una vez ordenado cardenal, en 2012, su madre, de 87 años, le dijo: "Recuerda que te enseñé a rezar, que te bañé, que te cuidé- me dice- eres el cardenal, pero no olvides que yo soy tu madre”.

También con su madre aprendió a hablar tagalo, cuenta que cuando su mamá hablaba con sus hermanas, es decir, sus tías, no lograba entenderlas, “Poco a poco aprendí”, agrega. Por supuesto con el inglés se maneja muy bien.

¿Qué es lo que más recuerda de niño y cuál fue la mayor enseñanza de sus padres?

“Lo que más recuerdo de mi infancia es que nosotros éramos una familia normal, común, de filipinos, y eso fue lo que yo aprendí que uno no tiene que ser alguien extraordinario, uno tiene que ser uno mismo, experimentar la sencillez de la vida y eso fue lo que mis padres me enseñaron, a enfocarme en las cosas de la comunidad, de la familia, de la parroquia, de la escuela, del trabajo y de las relaciones de unos con otros. Y creo que con estas cosas uno está completamente seguro y esto continúa conmigo hasta hoy”.

Los signos de los tiempos

A su llegada en el 50° aniversario de la encíclica Populorum Progressio organizado por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano, la Escuela Social del Centro Bíblico Teológico Pastoral y del Secretariado Latinoamericano y Caribeño de Cáritas, en el mes de agosto de 2017, en su conferencia central fue tajante: “Cuando vemos a un padre buscando comida en un contenedor de basura, nos preguntamos, ¿dónde está la humanidad, qué le ha ocurrido? ¿Dónde está mi humanidad si permito que ocurran estos actos? ¿Puede ser un humano capaz de hacer daño a otro? ¿Cómo puede la gente que a duras penas sobrevive entre un montón de basura encontrar un motivo de ser humano?”.

Desde su ordenación como sacerdote en la ciudad filipina de Imus el 27 de febrero de 1982, ha trabajado incansablemente por hacer de la Iglesia al servicio de los más pobres, promotora del desarrollo humano integral, cuyo centro es el humano, inspirado principalmente por sus planteamientos de su tesis doctoral de Teología, en 1991, basados en el Concilio Vaticano II y, por supuesto, en la influencia del Papa Pablo VI.

De allí que “No podemos promover un auténtico desarrollo humano desde una posición de superioridad y autosuficiencia, el orgullo nos convierte en seres impostores, el pobre tiene un tesoro de auténtica humanidad que compartir con nosotros. De un modo único e incluso impactante nos enseñan que es la autenticidad en un mundo de imágenes de buena vida e ídolos que compiten entre sí”.

¿Cuál es su mayor desafío como pastor, como hijo de Dios, como hombre, como persona?

“Yo diría que tengo muchos desafíos, pero está muy difícil decir que uno tiene más importancia que otro. Ahorita uno de los desafíos más grandes para mí, es como leer con alguna capacidad de aproximarse bien a lo que son los signos de los tiempos. El cambio es tan rápido y los cambios están tan interconectados que no queda en este momento demasiado claro, es un poco abstruso, por ello debemos saber dilucidar para comprender a la luz de la fe para tener una respuesta apropiada a ese desafío y para eso necesitamos mucha oración, escuchar mucho a la gente, tenemos que estar cerquita de la gente, del pueblo, para escuchar su voz y lo que ellos piensan”.

Tras la pista del Cardenal Chito

A guisa de mesa redonda, en una solazada conversa con Karla Auza, responsable de imagen institucional de Cáritas Perú, y con Flor Piñango, coordinadora de proyectos diocesanos de Cáritas Venezuela, cada quien desde su perspectiva desentrañó la vida de Chito.

Iniciaba Karla, quien con 16 años de trabajo en Cáritas de Perú, tiene la virtud innata como buena periodista de romper el hielo, “Nos hicimos amigos”, suelta entre risas. Así cuenta como almorzaron juntos y pudo tener de sus labios el origen chino de sus ancestros y su conversión, un tema para él insoslayable, “Se nota que es súper trabajador, no paró en ningún momento y lo que me gustó de su sencillez".

En efecto, el Cardenal Chito debió dormir en la Nunciatura de El Salvador, pero prefirió quedarse a celebrar con los presentes los 50 años de la Populorum Progressio en el Hotel, donde todos estaban alojados, se convirtió en uno más, eso sin duda aumentó la admiración de todos.

Por su parte, Flor, quien lleva más de 20 años al servicio de las comunidades eclesiales de base en Caracas, “Me pareció espiritual, sin que él dijera que procedía de una familia oriental, era notorio. Donde llegaba, irradiaba espiritualidad. En todo momento expresó sus sentimientos, se hizo sensible, me conmovió mucho como él se sintió con la historia de Rutilio y que llorara frente a su tumba”.

Llegaba necesariamente el momento de la triangulación, de allí fue necesario el googlazo, Infovaticana y Wikipedia sirvieron de testigos, constatar su trato en persona con las fuentes biográficas habidas en la red era justo y necesario, de allí que de joven quiso estudiar medicina, la vocación parece parte de su ADN, sin duda el trabajo de Milagros, su madre, influenció mucho en su ser. También fue conocido por usar el autobús para dirigirse a su oficina en Imus, o como la famosa historia de cuando comió con los mendigos en la puerta de la catedral, le daba a sus seminaristas el teléfono para discutir y hablar en cualquier momento después de clase; recién ordenado obispo, en 2001, se apareció montando una bicicleta barata, vistiendo de forma sencilla y preparado para celebrar la misa, el sacerdote encargado estaba enfermo, claro, eso fue a las 4 de la mañana.

Estos gestos acá descritos no son mera invención y exageración de los periodistas, al contrario, su hacer y decir van de la mano, esto lo aseguran Flor y Karla.

“Estuvo con nosotros todo el tiempo, el que se quería tomar fotos con él lo hizo, todo el mundo se sacó fotos con él”, comenta Karla.

“El que no se tomó fotos con él es porque no quiso”, acotó Flor, con una risa y ese acento caraqueño tan del oeste, “Conversaba amenamente con todos, te abrazaba”.

¿Y esa forma de saludar, verdad?

-Sí, sí, se inclinaba, ponía tu mano en su frente, como una forma de respeto, dice Karla.

-Fue genial, añade Flor.

El Cardenal Chito es sumamente inteligente, aprender el rosario a los 3 años, ser summa cum laude en su doctorado, la pregunta era obligada, por ello, Karla, con dejo de la emoción contenida recuerda: “Le dije, Señor Cardenal, es verdad que usted ha sido el primero de su clase, me miró extrañado y con un aire de picardía, muy risueño, me dijo Noooooo”.

¿Y de verdad usted canta y compone canciones, Cardenal? Llegó la otra pregunta, “Y jajajaja de nuevo explotó en risas y me dijo nuevamente No, no, no… y un obispo de España, no recuerdo su nombre, nos dijo, yo sé una canción, era una canción de Feliz Cumpleaños y los dos se pusieron a cantar, parecía que estaba en tagalo”.

No cabe duda de su talento en el canto, aunque su modestia no le permita, este confeso migrante digital, tiene una decena de videos donde demuestra con hechos sus dotes, un canto, por supuesto, litúrgico y ofrendado a Dios. También tiene en Filipinas un programa de televisión semanal con altos índices de audiencia llamado El Mundo Expuesto.

Este Cardenal si bien es un pastor, también es un connotado teólogo, en su haber tiene importantes libros entre los que destacan: Comunidad Pascual, Éxodo, Hablar de Jesús. No en vano, sus talentos y solvencia intelectual lo llevaron en 1997 a ser nombrado miembro de la Comisión Teológica Internacional, cuya presidencia la ostentaba entonces el cardenal Joseph Ratzinger, después Benedicto XVI.

Con todo y estos méritos una de sus más grandes cualidades es la sensibilidad, acá un recuento: Lloró cuando recibió la birreta y el anillo cardenalicio de manos del Papa Benedicto XVI, al recordar a un niño que conoció durante una visita a Grecia, tras huir en solitario de Siria, también, por supuesto, se conmovió mucho con la historia de Rutilio Grande y Monseñor Romero, cuenta Karla que en “La capilla donde mataron a Monseñor Romero, lo vi muy conmovido, frente al pulpito, se puso muy triste e hizo una oración”.

“Lloro fácilmente y supongo cuando estás ante un gran misterio que sabes que te supera, ante una vocación, una gracia, una misión”, declaró a la prensa el Cardenal Tagle.

“Es lo que más me gusta de él, se conmueve ante el dolor”, comenta Flor.

“Me pareció el hombre más humilde, honesto, transparente, sencillo. Necesitamos a gente como él en nuestra Iglesia. Me parecía haberlo conocido de hace años, te abrazaba, se moría de risa contigo, y disfrutabas”, Karla.

Estas mujeres de iglesia fueron reflejo de lo que en el ambiente se respiraba, un ambiente de cordialidad, sencillez, camaradería, tan naturales como el Cardenal Chito, en este sentido habría que consultarle directamente.

¿Cuál entonces debe ser la espiritualidad de aquellos agentes de pastoral que trabajan junto con ese pueblo?

“Para mí la palabra realidad se hace concreta cuando consideramos el discipulado, el seguir a Jesucristo, esto para mí es lo necesario para toda la gente de pastoral, sean laicos u ordenados, esto de aprender de Jesús, de aprender a ser humanos, llorando con la gente, sintiendo con la gente, conociendo la condición humana, no como un ajeno, sino como un hermano o hermana que se compadece. No estar cerquita a la gente, solo para mostrar que uno está ahí, sino para conseguir la misión de Jesús. Yo veo que no hay ninguna dicotomía, entre el seguir la voluntad de Dios y en ser completamente humano y esto es el tipo de respuesta, el tipo de espiritualidad que nosotros pensamos necesario para toda la gente”.

El Hombre de los barquillos

La siguiente historia condensa su ministerio. Ante el auditorio que celebraba el 50° aniversario de la Populorum Progressio expresó que gestos como del hombre de los barquillos en Filipinas son realmente auténticos, capaces de entregar a otro en medio de su pobreza, dijo:

“Un día fui a visitar con un amigo un lugar en Manila, en una de las carreteras paramos en un semáforo, inmediatamente empezaron a aparecer desde la acera vendedores ambulantes con flores, galletas, caramelos, entre otros, nuestro conductor le dijo a los vendedores que no queríamos comprar nada y estos se fueron a los coches que estaban detrás; de repente, uno de ellos, que vendía barquillos, volvió corriendo a nuestro coche (aquí se le quebró la voz) y empezó a saludarme, mientras decía “Cardenal, Cardenal”, el conductor y mi amigo, le dijeron respetuosamente que no queríamos comprar nada, pero el vendedor continuó llamándome y ofreciendo los barquillos, sin pedir permiso al dueño del carro, bajé la ventanilla y saludé al hombre, nuestro conductor volvió a decirle que no queríamos nada, pero el vendedor dijo “No los estoy vendiendo, se los quiero dar al Cardenal como un regalo”, el auditorio prorrumpió en aplausos, de sus ojos brotaron lágrimas, “Este pobre hombre que necesitaba cada céntimo para vivir, estaba dispuesto a renunciar al beneficio, para dar a su obispo un sencillo regalo, era el día de San Valentín y sus barquillos fueron el único regalo que recibí en todo aquel día”.

Con las palabras del Cardenal Tagle decimos que “Necesitamos reconocer esa inefable alegría de vivir y amar”, sin embargo, no pudo escaparse del paredón de fusilamiento, el juego de preguntas, le arrebató en esta ocasión muchas risas nacientes, fue un momento inolvidable, el sol de la costa suroccidental de El Salvador llegaba al oeste, inundaba su rostro, de repente en otro momento nos llevemos la sorpresa, entrevistamos a un futuro Papa, el tiempo y Dios lo dirán.

Paredón de Fusilamiento

Un color

Azul

¿Qué le indigna?

Le estrechez de mentalidad

¿Qué le inspira?

La compasión

Un libro

Los ejercicios espirituales de San Ignacio

Plato de comida favorito

¡Todos!

Una prenda de vestir

La camiseta

Día de la semana

Los sábados

Un aroma

El olor de la parrilla (o asados)

Un momento especial en su vida

Todos son especiales

Un personaje

San José

Un aparato tecnológico

Mi reloj

¿Qué no falta en su equipaje?

El rosario

Una virtud

La humildad

Un defecto

La impaciencia

Extra datos

Te presentamos varios vídeos donde el Cardenal Chito demuestra sus dotes en el canto:

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