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Ángel Morillo

En el corazón de la Pastoral Social


A primera vista luce imponente, seguro. El apretón de manos llega y es del típico hombre de tierra fría, donde la serenidad, la cordialidad, hospitalidad, se fusionan en esos microsegundos de encuentro. El buen verbo, infaltable en un hombre de su estilo y carisma, salta al finalizar con un “Me sacaste la cédula”.

Cuando uno ve su vida, te das cuenta que piedra sobre piedra ha creado todo un trabajo en la Iglesia Latinoamericana que lo ha llevado a cargos como Presidente de Cáritas América Latina y el Caribe, cargo que actualmente desempeña. En su país, es profeta en su tierra, al punto que es el primer Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV). Así es Monseñor José Luis Azuaje Ayala, Obispo de Barinas en Venezuela. El habla el lenguaje de la gente y comprende los signos de los tiempos.

Las montañas de los Andes venezolanos fueron su cuna. Un 6 de diciembre de 1957, en Valera, estado Trujillo, José Salvador Azuaje y Aura del Carmen Ayala tuvieron a su último hijo, el benjamín de la casa, José Luis. Son cuatro hijos los de la familia Azuaje Ayala, quienes a la fecha siguen siendo los mismos de la calle 14 con avenida 12 de Valera.

¿Cómo fue el José Luis niño?

“Como todos los muchachos. Los recuerdos de mi niñez los ubico en la calle 14 con Avenida 12, un sitio llamado Las Delicias, vamos a decir que un Sector Popular de Valera, jugando con el grupo de muchachos de la Cuadra.

Siempre hacíamos nuestros encuentros allí. Tuve una bonita formación en cuanto a lo familiar, en valores, mis padres son cursillistas y me inculcaron también los valores cristianos.

Recuerdo mucho como aprendí a rezar el rosario, aunque yo no entendía qué era, siempre, todos los días, estábamos en el cuarto de papá y mamá rezando el rosario.

Mi niñez fue normal, estudié en la escuela Eloísa Fonseca era uno de los más grandes colegios de ese entonces. Hacíamos doble turno íbamos a las 8 de la mañana y regresábamos a las 11 y luego desde la dos de la tarde hasta las 4:30”.

El buen trato entre hermanos siempre prevaleció, de hecho, entre ellos no se llevaban mucho en edad, de hecho con su hermana menor (la tercera de los Azuaje) apenas se lleva once meses”.

Su hermano Salvador es casado y tiene una hija y mi hermana mayor es una educadora jubilada y vive con mis padres. Cuenta que “Es una relación que mantenemos todavía, va de mucho cariño, de mucho respeto, de mucha ayuda”.

“Creo que eso fue por los valores inculcados por papá y mamá. Todos íbamos al mismo colegio, al mismo Liceo. Tiempo después yo me fui al Seminario ya para estudiar bachillerato. De esa unidad, de ese sentido de pertenencia, de ir y venir, de responsabilidad de uno por el otro, se generó algo muy bonito que es el poder compartir permanentemente la vida”, recuerda.

Realizó los estudios de bachillerato en el seminario menor “Corazón de Jesús” de la Diócesis de Trujillo. Sus estudios de filosofía, en cambio, los hizo en Caracas en el otrora Seminario Interdiocesano “Santa Rosa de Lima”, eso en los años 1975-1979, corrían los tiempos de la Venezuela Saudita.

De los 4 hijos de Salvador y Aura fue el único en seguir la vida seglar.

Y la vocación cómo llega a su vida…

“Es una historia un poquito larga, cuando yo tenía entre 10 y 11 años abrieron el seminario de Trujillo, en el 68; un tío y mi hermano fueron a hacer el cursillo. Mi tío quedó seleccionado, mi hermano no. Mi tío empezó a estudiar su primer y segundo año de bachillerato.

Como mi abuela siempre le pedía a mi papá que la llevara de Valera a Trujillo al Seminario, al pequeño de la casa no lo podían dejar solo.

Entonces mi abuelita me llevaba siempre, yo llegaba, miraba el seminario, miraba el lugar, el ambiente. Ese seminario lo llamaban El Paramito, te puedes imaginar cómo era, parecía un paraíso. Ese ambiente me gustó mucho y teníamos al final la Santa Misa con todos los seminaristas y sus familiares. Ese acercamiento al seminario me fue cautivando.

En Sexto grado tuvimos la visita de un sacerdote y un seminarista. El sacerdote era Joaquín Morón, que fue obispo de Acarigua- Araure, ya hoy difunto, quien en ese entonces era el promotor vocacional de la Diócesis de Trujillo. El seminarista era Ramón Aponte, actual Obispo de Valle la Pascua, y ellos nos dieron una charla sobre la vocación y nos entregaron una encuesta en las que nos preguntaban qué quieres ser tú en el futuro. Entonces cómo mi tío estaba en el seminario, yo puse tres opciones: médico, abogado (no sé porque lo puse) y de último puse sacerdote.

Yo lo coloqué ahí por ese ambiente que conocí en el seminario. Posteriormente me fueron llegando cartas de invitación, incluso, me uní a la parroquia a tal punto de convertirme en Monaguillo de monseñor Heberto Godoy, quien fue como un papá para nosotros, lo recordamos mucho y eso generó entonces que yo tuviera mayor contacto con el seminario”.

Se ordenó sacerdote el 5 de mayo de 1984. En su haber como sacerdote ocupó diversos cargos pastorales en la diócesis de Trujillo, siendo párroco de Mendoza Fría y de San José, así como el de director de la Secretaria para la Pastoral Social de la diócesis y vicario episcopal para la pastoral diocesana.

Pero el recién ordenado sacerdote, qué expectativas tenía

“Ya siendo sacerdote tuve una experiencia muy bonita. En cuanto a la formación estudié en el seminario de Trujillo 5 años después me mudé a Caracas donde hice filosofía, luego teología en Roma donde estuve 4 años. Cuando regresé en el año 84 fui ordenado por Monseñor Vicent Fernández.

Tú me preguntas que con qué expectativa, con las que monseñor Fernández me escribía cuando estaba en Roma, él me decía, José Luis primero vas a trabajar en el seminario, después cambió y me dijo, tú vas a trabajar con el padre Trino Valera, hoy monseñor Trino Valera, en catequesis.

Entonces mi primera expectativa como sacerdote era poder apoyar a monseñor Trino en toda la formación de los catequistas. Yo decía para eso me formé, para eso me enviaron a Roma”.

Y así inició la alegría del servicio, un momento muy importante en sus inicios de vida sacerdotal fue la preparación de la primera venida del Papa Juan Pablo II, en el año 85, a Venezuela: “Había un grupito de jóvenes sacerdotes que estábamos muy metidos en todo lo que era la pastoral y era una alegría inmensa poder servir. Además de la confianza que tenía el Obispo en nosotros”.

Su ministerio sacerdotal lo desarrolló principalmente como párroco desde 1984 a 1988, en la parroquia “San Antonio Abad”, en Mendoza Fría del estado Trujillo; luego durante once años de 1988 hasta 1999, en la parroquia “San José” de Valera.

En este periplo se desempeñó como Director Diocesano de la Catequesis y Pastoral Social, al mismo tiempo, como vicario episcopal de pastoral de la Diócesis de Trujillo, servicio que prestó desde 1993 a 1999 cuando lo hicieron Obispo.

Rememora de estas experiencias el haber conocido todas las parroquias del estado Trujillo, conocer a todos los sacerdotes y las experiencias pastorales que “Formamos allí, cautivó en mi todo un proceso de renovación, pude enraizar con mi gente mis estudios hechos en Europa, en lo que es esa religiosidad popular, en la sencillez de nuestra gente para poder enseñar a otros”.

Sencillez y color local que mantiene hasta el día de hoy porque para él todo esto “Es un aprendizaje permanente y un aprendizaje que yo creo fue como propuesto por varios elementos; el primer elemento, el sentido de renovación qué estaba pasando en la iglesia en Venezuela; el segundo, con unos maestros fabulosos, hablo de Monseñor Trino Valero, el padre Jacinto Ayerra, sacerdote jesuita, y también de las personas con las cuales uno comparte. Recuerdo a señor por allá en Santa Ana de Trujillo que era todo un maestro, aunque no había estudiado teología, la experiencia de Dios en su vida era extraordinaria y contaba con una sabiduría popular profunda, eso me cautivó muchísimo”.

Este hombre de una sencillez a todo prueba, que caminaba junto con su pueblo, en el estado Trujillo fue nombrado por el Papa Juan Pablo II obispo titular de Itálica y auxiliar de la Arquidiócesis de Barquisimeto el 18 de marzo de 1999. Eso no le quitó un ápice de humildad. Más bien tuvo que protagonizar momentos clave en la historia contemporánea de Venezuela.

En un lugar tan estigmático cómo Barinas políticamente hablando, como ha llevado su obispado

Barinas es un obispado muy bien trabajado. Este data del año 65 cuando fue creada la Diócesis de Barinas y conmigo ha tenido cuatro obispos y dos arzobispos auxiliares.

Cuando me mandó el Papa Francisco, yo lo que hice fue seguir unos consejos. Primero hacer lo que la Iglesia me mandaba: evangelizar; segundo, tratar de ir organizando poco a poco las estructuras pastorales de la diócesis; tercero, buscar un camino para este tiempo y sobre todo por la realidad del Llano para fomentar un tipo de evangelización que ayude a fomentar en el corazón de todos las personas según su cultura el amor a Dios.

A eso me he dicado a gestar la promoción humana, con ese énfasis social que he mantenido durante muchos años. También he querido incentivar entre los sacerdotes una de las cosas donde los obispos tenemos un papel fundamental que es el acompañar, animar y, sobre todo, ayudar a promover la vida de nuestros sacerdotes, sin ellos nosotros como Obispos no podemos hacer nada.

Es esencial la cercanía de ellos, para conocerlos, saber quiénes son, conocer sus virtudes, como de los problemas que siempre se presentan. En una diócesis eso ayuda a avanzar, sobre todo en estos momentos que la Iglesia me ha pedido mayor relación con todos los organismo del Estado, con todo y la cerrazón de algunos gobernantes, pero eso a mí ni me da ni me quita, yo estoy haciendo el servicio que me pidió la Iglesia trato de acompañar el caminar del pueblo través del Evangelio”.

En estos momentos de crisis social, política y económica en Venezuela que les diría a esos líderes políticos

“Les tengo un respeto inmenso a los gobernantes, tanto a los locales como a los nacionales. En este momento les diría, entre encantos y desencantos, que son venezolanos, es decir, no son extraterrestres ni extranjeros, que todos son igualitos, de nuestra propia sangre y, por ende, nos duele mucho el país.

Otro aspecto que abordaría es que el ámbito político no debe cubrir y estar por encima del ámbito humano, lo humano es lo fundamental, la dignidad humana no se negocia por nada y mucho menos por una instancia política ni por una ideología. Tampoco por unos intereses económicos, el ser humano tiene su dignidad, hay que respetarlo.

Finalmente está el testimonio, cómo hizo Jesús con sus apóstoles, quién los mandó abrir los ojos para que vieran una realidad. En este caso los políticos, muchos de ellos, ya no andan en la calle, si no encerrados en su mundo y si quieren salir van a una televisora y punto, pero no ven lo que sucede. Ellos tienen escoltas, muy distinto a todos aquellos que andamos en la calle, tan solo les pido que oigan, reaccionen, porque nadie está quitando su poder, sino que usen el que tienen.

Yo creo que esa la mejor forma de adentrarse en el corazón de un pueblo, por eso que los pueblos presionan muchas veces a los gobernantes, porque se retiran, se alejan, se endiosan, se creen cualquier cosa y se olvidan que son servidores del pueblo. Es más nosotros como pueblo les pagamos para eso. Por lo tanto, no son más que el pueblo, el pueblo tiene dignidad como tal deben avocarse a resolver los problemas”.

Sus afirmaciones no son temerarias ni responden a intereses políticos en particular, su camino recorrido en la Conferencia Episcopal Venezolana como parte de la Comisión Episcopal de Laicos y desde enero 2001 a enero 2006 y su rol Secretario General de esta Conferencia dan cuenta de su experiencia, hasta ser actualmente Presidente de Caritas América Latina y El Caribe. Con todo y estas responsabilidades era justo y necesario indagar.

¿Cómo se describe a sí mismo a estas alturas?

“Yo no sé, es difícil describirse a uno mismo. Yo creo que Dios ha tenido mucha bondad para conmigo y si tuviera que dar una descripción de mi persona, pues sencillamente diría que soy un servidor de la iglesia, yo creo que eso lo que más me ha marcado.

Estoy muy avocado a lo que es el área pastoral, todos saben muy bien que he estado metido en el área social durante muchos años, pero también me siento inclinado por el atractivo en la búsqueda de la novedad, la creatividad para la pastoral.

Soy muy estudioso, me gusta estudiar muchísimo, todos los días hay algo nuevo que aprender, tanto en la sagrada escritura como en los libros de la pastoral, de teología, todo lo que caiga las manos. También estoy muy atento a las noticias,es decir, relacionar todo eso en función de cómo dar una respuesta a las interpretaciones que la sociedad te va pidiendo y la cultura te va indicando. Pero fundamentalmente doy mi agradecimiento a Dios porque es él quien ha forjado todo esto en mi vida”.

Aparte de esos talentos para el estudio y el trabajo pastoral, guarda alguno en otras áreas

“Fui deportista de mucha disciplina, aunque no la aprendí a la perfección, pero lo que era béisbol, básquetbol, volibol, fútbol, futbolito hasta pelotica de goma (una especie béisbol informal que en vez de bate se usa mano) los jugué muy bien.

Ahora en lo que más me destaqué fue en el pimpón. En el seminario menor, mi tío Jorge me enseñó, él era el campeón en esa disciplina. Y eso lo fui cultivando ahí fui permanentemente campeón, durante todos esos años, estaba en cuarto y quinto año del seminario menor, fui a los juegos escolares nacionales representando a Trujillo.

Este deporte siempre lo ha cautivado, según dice, y en cuestiones musicales en el seminario aprendió a tocar guitarra, el Cuatro, cuenta que tocaba el Cuatro junto con monseñor Trino Valera: “Éramos en Roma los músicos, mientras que los otros compañeros cantaban. Son cosas que uno va aprendiendo, pienso que el arte incentiva mucho el alma”.

En 10 años, ¿cómo se ve?

“La ilusión que uno tiene, es que haya un país más hermoso, donde todos podamos seguir trabajando, me veo allí trabajando con la gente y, sobre todo, con la gente más sencilla. Asimismo uno tiene que verse con gente que toma decisiones y que esas decisiones estén acordes a esos derechos humanos y el bienestar común de las personas, es ahí donde yo me quiero ver.

Paredón de fusilamiento

Una pieza de ajedrez

El peón

Un momento especial en su vida

La ordenación sacerdotal

Un lugar

Valera

Un color

Azul

Un personaje

Juan Pablo II

Un santo

San Juan Bautista

¿Qué le indigna?

La humillación a la gente más sencilla

¿Qué la inspira?

El Papa Francisco, todo su ímpetu

¿Qué no falta en su equipaje?

La oración, la sagrada escritura

Un libro

Son tantos pero pudiera decir Evangelii Gaudium

Un escritor

Mi maestro René Laturell

Su plato favorito

Caraoticas con paticas de cochino

Su canción favorita

Venezuela

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