Alexandre Antoine Davy de la Pailleterie fue un aristócrata francés que partió al Caribe en busca de fortuna y terminó arruinado. Estuvo 30 años en Haití, donde procreó un hijo en unión libre con la esclava negra Rose Marie-Césette Dumas, tiempo antes de la Independencia. Ese niño se llamó Thomas-Alexandre Dumas, quien llegó a ser General del Ejército francés, un héroe olvidado de la Revolución francesa a la posteridad, conocido como el Conde Negro. Ese mismo Conde Negro tendría un hijo llamado Alejandro que sería un escritor. A todas estas hay algo en Monseñor Pierre André Dumas, Obispo de Anse-à-Veau y Miragoâne en Haití, que lo une a esta historia, tiene parentela con el abuelo de Alejandro Dumas, escritor del Conde de Montecristo.
Sin embargo Monseñor Dumas aclara en referencia a sus raíces francesas: “Estando en Francia me han invitado a ver la tumba de Alejandro Dumas y que por ser mi antepasado, sin embargo, nunca me atreveré a decir que hay lazos consanguíneos directos como tal, tan sólo son historias de familia”.
En un tono más jocundo apunta: “Sólo me limito a rezar por el descanso eterno de su alma…”. Claro, todo esto demarca un rasgo muy marcado en él, su amor por Haití, se siente haitiano hasta la médula, por eso dice: “Porque un haitiano se siente haitiano, jamás escucharas a un mexicano, argentino, colombiano, decir orgulloso, Ay soy un poco también español, eso fue hace mucho, no se pueden encontrar con exactitud esas raíces”.
No hay una determinación exacta de su origen en este sentido, lo cual le resulta “perfecto”. En su ahora, su historia, sólo sabe que Dios lo ha llamado a ser su instrumento. Es un hombre sumamente afable, cercano, cordial. Un cálido apretón de mano, un abrazo, una sonrisa, “Bienvenido Hermano”, contrastan con el peso de la jerarquía y seguramente diría el Papa Francisco, “Sos de los nuestros”.
A esta radiografía de su persona se suma esta frase: “Me gusta trabajar también mucho con gente que no comparte mi fe, pero que también ve a Dios en el ser humano”, eso delinea otro rasgo que distingue a todas luces.
En su voz, con una mescolanza de acentos entre creole, francés, italiano y español, contó su historia. Las risas y vocativos ingeniosos no faltaron. La brisa de la costa suroeste haitiana de Nipee estaba más firme con el ocaso. Vestigios del huracán Matthew aún se aprecian, que todavía duele en la mirada de sus habitantes.
De la medicina al sacerdocio
El apellido Dumas en Haití, según cuenta Monseñor, viene de una habitación donde la esclava negra nació y tomó el francés de los Dumas, esto sucedió en Jérémie, cerca de la Región de Les Cayes. Exactamente este lugar se llama Habitación de las 3 Dumas.
“Mi niñez la viví intensamente, fue muy bonita. Fue increíble, llena de alegría. Desde pequeño sentí que el Señor me quería mucho y he crecido así”. Su familia en términos económicos vivía holgadamente. Cuando tenía 10 años su padre fue nombrado en un alto cargo importante dentro del Estado, todos tuvieron que dejar el terruño. Por otra parte, uno de sus tíos paternos fue nombrado directivo de la Banca Central del país.
En términos generales, tuvo una infancia y adolescencia tranquilas, incluso, formó parte de la segunda división de fútbol en Haití, a la par compartía labores como laico comprometido en las comunidades eclesiales de base, ya desde muy joven- él mismo dice- “He sentido el sufrimiento de mi país, pero de todo lo malo siempre he sacado lo positivo y he tenido la esperanza, porque Dios nos ha creado, nos ha dado talentos, para ser útiles a los demás”.
A los 18 años viajó a Francia a estudiar medicina. Su vocación de servicio a los demás, pensaba, estaba en ayudar a través de las ciencias médicas. El joven laico, sin embargo, estaba siendo tocado por el Espíritu Santo, además de estar identificado con los postulados de la Conferencia de Puebla de 1968.
El sacerdote de su parroquia andaba escandalizado por esto, no compartía ese concepto de pobre, y un día le dije: “Señor párroco, usted tiene que proveer de alimentos a los pobres, entonces el domingo siguiente dice en la misa que hay un grupito de jóvenes comunistas, y mi madre alarmada me dijo vas a tener que dejar de ir a la parroquia”.
Su cercanía con Monseñor François-Wolff Ligondé, lo llevó a comentarle estos sucesos, él tan sólo dijo, “Hay que vivir todo eso en las periferias”. Esa fue una frase estigmática, incluso premonitoria.
En el año 1983 se va a Francia a estudiar medicina, pero allí se encuentra con la Comunidad Ecuménica Taizè, fundada en 1940 por el teólogo suizo Roger Schutz, con quien tuvo el placer de compartir, “Él me decía- recuerda Monseñor- usted tiene una bonita vocación, claro refiriéndose a su experiencia como médico, y por el mismo miedo a no perder esta vocación no pensaba en el sacerdocio como tal”.
Estuvo en un una barriada muy pobre de Villé Du Soleil donde vivió una experiencia de 15 días con este hermano fundador Roger. Allí en Taizé sintió un llamado por la presencia del Espíritu Santo, la frase “No hay amor más grande que dar la vida por aquellos que amas” lo toco, fue un punto de giro: “En aquel momento descubrí que Cristo dio su vida por nosotros”. En ese punto decide abandonar la medicina y abrazar su vocación como sacerdote.
“El mismo Roger me pide hacerme hermano pero no, yo siempre supe que sería sacerdote”, cuenta. Se va a Roma al Seminario Romano Mayor, mejor conocido como el Seminario de Laterano en la Diócesis de Roma.
El 26 de mayo de 1991 es ordenado sacerdote por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro. Recién ordenado lo envían como profesor al Seminario de Roma, durante 5 años, como asistente del Rector. Y dio clases también en la Cárcel de Rebibia.
Después sigue adelante sus estudios en Ciencias Bíblicas y Teología Bíblica, por indicaciones del obispo de Haití de entonces fue enviado hasta allá como Rector del Seminario de Haití. Eso fue en 1992.
¿Cómo enfrenta la realidad al encontrarse en su natal Haití después de tanto tiempo?
“Fue un shock al principio, pero luego poco a poco voy retomando la cultura de mi pueblo, acompañando a las comunidades, a pesar de ser Rector en el seminario también trabajé con una parroquia en ese tiempo, colaboré con las hermanas de Calcuta”.
Fue nombrado Obispo Auxiliar de Puerto Príncipe once años más tarde, el 12 de diciembre de 2002, pero es ordenado obispo como tal el 22 de febrero de 2003, celebración que estuvo a cargo del Cardenal Roger Etchegaray. En 2006 asume la dirección de la Universidad Católica de Haití como Rector.
En 2008, asume uno de sus más grandes desafíos, es nombrado Obispo de Anse-à-Veau y Miragoane, siendo así su primer obispo hasta la fecha.
¿Cómo describe su ministerio como obispo?
“Soy el fundador de esta diócesis de Anse-à-Veau y Miragoane, la alegría del poder crear, de escuchar la voz del Espíritu Santo, de poner en práctica lo que el Santo Padre nos está diciendo sobre la alegría de estar más en las periferias, la alegría de escuchar más a la gente, de prestar un servicio pastoral, de tener la conciencia de una iglesia en salida, la alegría incluso de saber que en nuestra Iglesia no todo es perfecto, pero que podemos convertirla en una tienda de campaña para los heridos, esa es mi alegría y que empecé con 13 parroquias y que ahora son 32, lo importante no es en sí crear la parroquia, sino que estamos para acompañar a las comunidades”.
¿Qué pasa con Haití, fue la primera en conseguir la independencia por ejemplo, usted mismo ha visto la realidad, pero por qué no ha logrado elevar el nivel de vida de su gente?
“Yo creo que no solamente falta la conversión pastoral, también falta mucha conversión personal, también falta una toma de conciencia. Como iglesia debemos caminar con la realidad del pueblo para ser un faro, una luz”.
¿Cuál sería su mensaje al pueblo de Haití y a América Latina?
“El mundo de hoy está atravesando momentos muy difíciles. La gente de América Latina y la de mi pueblo deben escuchar más la voz del Señor, buscar la presencia del Espíritu Santo para discernir sobre lo que es más importante hoy hacer. Creo que Dios está abriendo vías de esperanza. Debemos entender que los problemas no se resolverán teniendo mucho dinero o viviendo en la cultura de la indiferencia, hay que buscar formas de vida que respeten la naturaleza, la dignidad humana, crear comunidades auténticas, que vivan la experiencia de Jesús, su resurrección, donde cada persona sea considerada digna del amor de Dios y que al mismo tiempo sea un hermano”.
¿Cómo se describe Monseñor Pierre?
“Como un obispo en periferias, como un padre atento que está pendiente de mirar juntos y salvar a la familia de Dios”.
¿Y en el entorno familiar?
“Con ellos me siento, como una persona que ha recibido tanto de Dios que debe dar siempre de la luz del Señor”.
Si tuviera un deseo, ¿cuál sería el suyo?
“Dar más amor a mi pueblo, de hecho, mi lema episcopal es Cáritas Christi Urget Nos que significa El amor de Cristo nos urge, eso hace una síntesis de mi vida también. Todo lo que hago es dar amor a Dios, a mi pueblo, y, por supuesto, recibir el amor del Señor”.
¿Algún talento en especial?
“Yo diría que mi propio estilo, tengo un estilo particular de entenderme con las personas, de hecho en Roma me llamaban “il fraterno”, pues por el hecho de concebir a cada ser humano como un hermano. Pero claro, me gusta mucho el fútbol, cuando lo jugaba fui centrocampista y jugué en la segunda división de Haití”.
Su historia aún se escribe. Su mirada, muy a su pesar, guarda una semejanza con la de su pariente francés, el famoso escritor Alejandro Dumas (Insisto, aunque suenen a supersticiones mías).
En Haití siempre se han gestado grandes hazañas, la esperanza aún no se pierde, incluso en las periferias de la tristeza de su gente, allí estará Monseñor Dumas brindando una palabra de aliento, un abrazo. Todos son sus hermanos.
Preguntas de Paredón
Un color
Blanco
¿Qué le indigna?
El sufrimiento injusto del inocente
¿Qué le inspira?
La pasión del servicio
Un libro
El Conde de Montecristo (Risas)
Un plato de comida
El pescado
Una pieza de ajedrez
El Caballo
Una prenda de vestir
Así como estoy vestido (Risas)
Un lugar
Donde esté el silencio monástico
Un personaje
El Papa Francisco
Un aroma
Los que no sean fuertes
Un aparato tecnológico
El celular
Un día de la semana
Viernes
Un santo
Don Bosco
Una virtud
La caridad
Un defecto
El perfeccionismo
¿Qué no falta en su equipaje?
La Biblia