Vivir bajo continuo hostigamiento es la rutina diaria de decenas de defensores medioambientales en el mundo y, de manera especial, en América Latina. Lo cuenta, lo conoce en profundidad y lo padece Mirna Cunningham (1947), primera vicepresidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina (FILAC) e indígena del pueblo miskitu (radicado en Nicaragua y Honduras)."Hace algunos años fui secuestrada, tuve problemas, todos los días de alguna forma uno tiene amenazas que pueden ser por internet, verbales y amenazas físicas", explica durante una entrevista esta activista nicaragüense, que ha desempeñado todo tipo de funciones en organismos internacionales como Naciones Unidas -de 2011 a 2013 fue presidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas- con el objetivo de defender los derechos de estas comunidades originarias.
Para esta 'heroína nacional', como también es conocida, es algo tan normal este tipo de situaciones críticas que ya no las siente ni como amenaza. "Lo que nosotros hacemos se enfrenta a los grupos que no están de acuerdo con compartir el poder con representantes de los pueblos indígenas", apostilla Cunningham. Uno de los casos más sonados de esta violencia hacia líderes medioambientales es el de la hondureña Berta Cáceres. "El asesinato de Berta Cáceres ha permitido visibilizar la situación que los pueblos indígenas están enfrentando en la región", explica la también educadora y médica, de visita en España para intervenir en el seminario 'La construcción de relaciones paritarias entre Estados y Pueblos Indígenas', celebrado ayer en Casa de América.
"Obviamente no sólo ha sido el asesinato de Berta, hay más de 130 asesinatos en la región vinculados al mismo tema, sin embargo, por el hecho de que Berta era una activista ambiental, por el hecho de haber ganado el Premio Goldman, por el hecho de haber tenido varias protecciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se vuelve un caso paradigmático", añade la activista nicaragüense.
Cunningham destaca la impunidad del asesinato de la líder del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). "Es un caso para llamar la atención y para demostrar que hay necesidad de fortalecer los mecanismos de defensa de los pueblos", subraya esta indígena miskitu, que ve complicado sentar ante la justicia a los autores del crimen por los propios problemas estructurales que vive Honduras.
El país más mortífero
El país centroamericano es uno de los más mortíferos en el mundo en activismo medioambiental, según la ONG Global Witness. Más de 120 personas han sido asesinadas en Honduras desde 2010 por defender la tierra.
Según Cunningham, los países en los que los pueblos indígenas tienen más problemas son Honduras, Brasil, Perú y Paraguay. Los que más han avanzado son Nicaragua, México y Bolivia, mientras que todavía hay países que ni reconocen a estas comunidades, como Belice, Guyana y Surinam.
Precisamente, en Nicaragua, a pesar de que se han limitado algunas libertades con el Gobierno de Daniel Ortega, "hemos podido avanzar con el establecimiento de regiones autónomas", aclara la vicepresidenta de FILAC.
En América Latina, hay 826 pueblos indígenas, sin tener en cuenta los no contactados, detalla Cunningham. "Los pueblos indígenas representan el 8% de la población, pero en algunos países como México son mayoría: hay 15.000 millones de indígenas", añade la activista nicaragüense. En este país podría concurrir una candidata independiente de origen indígena, María de Jesús Patricio Martínez, de 57 años, a las elecciones a la Presidencia de 2018. Sin embargo, todavía queda mucho terreno por recorrer en el ámbito político.
En los últimos 30 años ha habido muchos avances en defensa de los pueblos indígenas: el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la declaración adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre del 2007 y el Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas, entre otros. "Hemos visto que a pesar de que hemos venido creciendo en el reconocimiento de derechos también se ha venido imponiendo en la región un modelo económico extractivista", apunta la activista nicaragüense.
Cunningham concluye que muchas de las crisis que en la actualidad atraviesa el mundo -alimentaria y climática, entre otras- podrían resolverse con "el acervo cultural de los pueblos indígenas". Por el momento, apunta la activista indígena, hay que seguir trabajando porque "los asesinatos están a la orden del día" y "la sola denuncia no nos ayuda".